Película ambientada en el siglo diecinueve a orillas del rio Hudson, en Nueva York. La historia gira en torno a la investigación de unos crímenes cometidos en una academia militar, como así reza en su título.

La película empieza muy bien, enganchándote desde el primer minuto gracias a que el primer conflicto aparece simultáneamente con las primeras letras de crédito. Aquí si que no deja lugar a relleno, no como en otras producciones, que entre presentación de personajes y demás historias el primer conflicto aparece al cabo de media hora, aquí es instantáneo y además de prometer se agradece. Pero nada más lejos de la realidad.

Cuando ves que la investigación va a correr a cargo de un personaje más que interesante interpretado por el siempre sobrado Cristian Bale, y un muy solvente Harry Melling en el papel de un joven Edgar Allan Poe, comienzas a frotarte las manos, pero la decepción no tarda en llegar.

La película está cocinada a fuego lento, demasiado lento,. Al principio se sostiene gracias a unos diálogos muy interesantes y a unas conclusiones brillantes llevadas a cargo por la pareja de protagonistas, pero en cuanto pasan los minutos el ritmo narrativo va decayendo tanto que hasta se hace pesada en su segunda hora. Le falta mucho suspense, y la tensión que prometía al principio acaba desvaneciéndose. Es el tipo de película que en cuanto acabas de verla, te lamentas por lo que pudo haber sido y no fue, porque ingredientes buenos para hacer algo notable tenían y más que de sobra.
Aún así y con todo esto, se deja ver gracias a un reparto de lujo, las buenas interpretaciones y a unos personajes bien construidos