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Voto de Miguel Moreno:
10
Thriller. Intriga El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, ... [+]
2 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y sí, es que te la debía hace ya demasiado tiempo. Porque desde aquel viernes del 95 en que fuí a ver tu película posiblemente no me recuperé. Algo cambiaste dentro de mí. Los detectives Mills y Somerset, su inquietante investigación, aquellos crímenes inimaginables y esa ciudad en la que nunca deja de llover se grabaron en mi memoria.
Decir que nos hallamos ante uno de los thrillers imprescondibles de su década es decir poco. Decir que tiene uno de los finales más impresionantes y perturbadores del cine también le queda pequeño. Hay que ver lo que filmó Fincher para percatarse personalmente, es la mejor forma de entenderlo, vivirlo en primera persona.

Desde los créditos del comienzo hasta el fotograma final, respiramos como Mills, encajamos piezas con Somerset y nos metemos en una espiral de locura que nos arrastra como una marea negra. Las interpretaciones de Pitt y Freeman son ajustadísimas. Podemos perseguir al sospechoso mientras empuñamos la pistola en un bloque de edificios, sentir su nerviosismo. Podemos desencantarnos como Somerset, harto de todo lo que le rodea, cansado de su trabajo, de no cambiar nada. Podemos comprobar como el caso nos atenaza irremediablemente mientras vemos cómo la locura crece alrededor nuestro. Podemos intentar olvidarnos de todo y seguir con nuetras vidas. Pero todo ha cambiado. No podemos escapar.
El ambiente de Seven es espectacular. Cada escena cuenta. Cada reacción de los detectives. Cada crimen que se comete. Cada esquina de esa sucia ciudad dejada de la mano de Dios, azotada por una lluvia incesante que intenta, al parecer, limpiarla a fondo de todos sus pecados, algunos que son salvajes crímenes disfrazados.
No podremos dormir, como Somerset. Lanzaremos nuestra navaja sin dar nunca en la diana. Trataremos de hacerlo lo mejor posible, como Mills, recomponiendo el rompecabezas, recordando cada mensaje dejado. Y la lluvia. Esa maldita lluvia.

Llegados al final, faltará el aliento. Veremos la luz al final del túnel. Todo terminará afortunadamente. Pero seguramente no como nosotros hubiésemos querido. El corazón palpita deprisa, te quedas en silencio. Sentirás la impotencia. No podrás olvidarte de ese momento. Gracias Fincher.

Imprescindible obra maestra.

"Mills, tira la pistola...!"
Miguel Moreno
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