El título de la película se refiere al capítulo 13 de Corintios 1. En él se habla de la importancia del amor y de que al hombre le está vedado en su naturaleza actual la comunicación con la verdad, es decir, con Dios. Insinúa que el amor, la esperanza y la fe son el camino hacia la etapa de la perfección, donde tendrá lugar el encuentro con la infalible entidad superior.
Pues bien, en la película se duda sobre la existencia de Dios, admitiendo al mismo tiempo la necesidad del hombre de tener certezas espirituales en las que aferrarse para no caer en un vacío carente de sentido. Esta necesidad surge sobre todo cuando los lazos que estrechamos con otros individuos o con la realidad misma comienzan a quebrarse. De ahí que en el final el muchacho, luego de perder su único punto de apoyo (su hermana), busca a su evasivo padre para pedirle ayuda, a lo que este le habla de Dios, y de la posibilidad de que el amor no sólo sea una prueba de su existencia, sino Dios mismo. Minus se da cuenta de que en realidad ha encontrado la atención y el cariño de su padre.
Por otra parte tenemos los delirios de Karin, donde Dios acaba manifestándose como una horrible araña negra, transfiguración que contrasta severamente con el amor. Quizás ese contraste no sea más que una representación dual de una misma cosa.

Para terminar, "Como en un espejo" es sin dudas una obra mayor dentro de la filmografía de Bergman. Un trabajo lúcido, esmerado, trascendental.
Excepcional y escalofriante interpretación de Harriet Andersson.