David Fincher en la dirección, Brad Pitt y Morgan Freeman compartiendo protagonismo, Kevin Spacey de villano sin escrúpulos, Gwyneth Paltrow de rostro femenino y los 7 pecados capitales como manta que recubre una película de las que se te hace la boca agua al escuchar, ver o comentar algo de ella.

Empezando por lo primero, si se tiene en cuenta como lo que más al director en cuestión, la película debe ser un Must See obligado. No es casualidad que David Fincher sea tan bien elogiado en la industria hollywoodiense si ha hecho películas como "El Club de la Lucha", también con Brad Pitt, "El Curioso Caso de Benjamin Button" (Oh my god! también con Brad Pitt), y la más reciente y la que muchos opinan su mejor obra, "La Red Social" (Where´s Brad Pitt?). Pero. ¿y como es qué solo tiene un Globo de Oro al mejor director por la nueva adaptación de Millenium y en dos nominaciones a los Óscars ha salido de vacío?

Quizá por el hecho de que la Academia no quiera premiar tan rapidamente a un hombre que solo nada en mares oscuros, en contradicciones sociales del mundo actual y en críticas a diferentes aspectos del día a día. Quizá porque no es para nada un director cómico o porque quizá no sabría dirigir un romance. El caso es que su calidad es innata como cineasta, pero tal vez necesite algo más para llegar a ganar la estatuilla. Y eso que en Se7en no le faltaban motivos para creer que en un futuro podría alzarse con el galardón.

Brad Pitt, que me parece uno de los pocos actores que es capaz de aguantar la juventud de su rostro aunque pasen los años, luce muy bien acompañado de Morgan Freeman, del que poco se puede decir ya en su larga y dilatada carrera como actor. Ambos se complacen de tener al otro al lado en el plano, ambos disfrutan y ambos se complementan, haciendo transcurrir la película con el nivel suficiente de intriga como para no aburrirse y tampoco el extremo punto de enredo mental como para desconectar de ella al no entenderse el argumento.

Precisamente esto es lo mejor que tiene la película a mi modo de ver, el guión; Una idea muy original a la par que disfrazada en parte de religiosidad; los 7 pecados capitales. Las escenas, algo macabras pero muy bien conseguidas, son una prueba de que Fincher se toma en serio su trabajo y por ello, con Kevin Spacey, se asegura un hombre sin temor alguno, "predestinado por una misión" y con un rostro aterrador en una caracterización perfecta.

El final es muy sutil, no tan imprevisible como uno puede pensar, y manejado a la perfección para conseguir que el espectador sienta que ha sido llevado por donde ha querido el director, cosa muy difícil de conseguir debido a la complejidad de la trama. En definitiva un film con carácter propio, con una buena dosis de intriga y suspense y que ya te hacía comprobar la categoría de Fincher como realizador por aquellos tiempos.