Al igual que en los filmes de propaganda nazi como El Triunfo de la Voluntad o de propaganda racista como El Nacimiento de una Nación, en el caso de esta película debemos separar absolutamente la forma del fondo. Formalmente la película de Littin es brillante, al igual que la actuación de Nelson Villagra como el Chacal, hasta hacernos olvidar que se trata de una recreación y no un documental. Incluso puede tomarse como un valioso alegato contra la pena de muerte. El problema es que se utiliza para glorificar a un asesino psicópata porque "nunca le dieron una oportunidad". Un razonamiento muy caro a la izquierda internacional pero falsa como se prueba simplemente viendo que Valenzuela tuvo cuatro hermanos que se criaron en el mismo ambiente, con las mismas privaciones y la misma falta de cultura y ninguno de ellos fue un vago alcohólico y homicida como él. Para ello, Littin no duda en tergiversar los hechos para hacer que el espectador se compadezca de su protagonista. En la realidad Rosa Rivas fue desalojada del fundo precisamente porque se emparejo con Valenzuela. También modifica el motivo de la discusión entre víctima y victimario ocultando que en realidad fue el hecho de que Rivas no hubiera podido cobrar su pensión por viudez que Valenzuela pretendía apoderarse para seguir embriagándose. Si obviamos eso, al igual que en el caso del film de Leni Riefenstahl o el de Griffith, vale la pena verla.