Sin duda, una de las mejores películas de terror coreanas que he visto. Y es que cuando se lo proponen lo hacen muy bien. Terror no es sinónimo de espiritus, seres monstruosos, criaturas horrendas... etc. No hay mas terror que descrubrir como es por dentro otro ser humano, y mas si éste está perturbado.
Podemos ponernos en la piel del protagonista a la vez que vemos cosas de un país tan lejano y diferente al nuestro como es Corea, apreciando muchos detalles (si también nos lo proponemos).
Una película que no embriaga ni aburre y que mantiene cierta tensión combinando muchos elementos propios de el miedo "real" en una sola película de terror.