Tres infelices deciden atracar un banco y enseguida nos viene a las mientes el genial "Atraco a las tres" (Forqué, 1962). El planteamiento, desde luego, destila ternura.
Pero ahí se acaban desgraciadamente las similitudes. Toda la gracia y el desparpajo de la cinta española se torna en esta una serie de golpes previsibles y simples.
Aquí nos encontramos con tres jubilados, vecinos, que han trabajado juntos en la misma empresa pero que ahora, por mor de la compra por otra más poderosa, les quitan ¿unilateralmente? su fondo de pensiones. Tres atracados.
Están sin blanca, pero además a Joe (Caine) el banco le acaba de mandar una carta advirtiéndole que le van a expropiar la casa por impago de las cuotas. "Ya sabes, si te piden que firmes, bueno no es". Mientras reclama al imbécil del director tiene lugar un atraco.
¡Ya está la solución al problema! Atracar ellos también el mismo banco que los exprime.
Guion poco elaborado y realización que se queda en la anécdota dejando al margen un mínimo análisis de los personajes. Aunque lo peor es echar mano una vez más a los tópicos, en este caso las malvadas entidades de crédito, "Los bancos han acabado con las ilusiones de la gente", policías bobos, empresarios sin escrúpulos, camareras y empleados de supermercado enrollados ... Todo muy maniqueo.
Lo mejor sin duda la interpretación de tres señores de la pantalla grande: Caine, Freeman y Arkin. Sombrerazo.
En resumen, una comedia amable y tierna, ideal para ver desde el sofá una tarde dominguera en familia. Pero poco más.