Western ambientado en las altas montañas australianas en lo que podemos considerar subgénero de caballos.
Caballos salvajes que constituyen los auténticos protagonistas de la cinta con sus crines al viento cabalgando en libertad. El hombre al lado, pues "Un hombre sin caballo es como si estuviera cojo".
Paisajes de postal con bosques, riscos y cortados con nieve en las crestas. Excelente fotografía, colorido y buen acompañamiento musical.
Varias tramas superpuestas en el argumento. Una vieja herida mal curada entre dos hermanos, Harrison y Spur, que en su día compitieron por la misma mujer, también con dos formas de entender la vida, "Dos románticos, uno ve el presente y el otro ve el futuro", ambos magníficamente interpretados por Douglas. También la colonización por el hombre de los espacios naturales de las cumbres, ignorando que "Es más fácil cambiar el curso del río que dominar las montañas".
Por otro lado la pretendida educación femenina en el entorno del hogar y del piano, en este caso contestada a tiempo, "Déjale hacer lo que le gusta antes que condenarla a las estupideces domésticas".
Finalmente el plano sentimental, sin la menor duda lo más flojo de la obra. No nos parece una buena elección la del joven protagonista, Jim Craigg (Burlinson), demasiado "angelical" y tierno para el papel. Su aspecto queda muy lejos de la rudeza de sus compañeros. Esta circunstancia condiciona bastante nuestra valoración.
Guion y realización digna, sin demasiada acción fuera de lo que rodea caballo, a veces con un ritmo demasiado premioso recreándose en exceso en la bellezas de las postales. Ambientación impecable.
Los personajes que interpreta Douglas presentan una personalidad rica, el resto es ya mucho más superficial.
Desde luego una película que no deben perderse los amantes del mundo del caballo y de la hípica. Los aficionados al western tal vez la encuentren un tanto ñoña.