En "El viajante" Asghar Farhadi nos ofrece su clásico y reconocible retrato de los claroscuros del ser humano, solo que esta vez a modo de thriller urbano teñido de drama, con una historia plagada de sombras argumentales y recovecos a la espera de que cada espectador arroje su propia luz sobre ellos.
"El viajante" es de esas películas que, inesperadamente, crecen en frio, calando todo lo que son incapaces de calar en caliente. Esto al final es mitad virtud mitad defecto, las cosas como son. Creo absolutamente necesario que si una cinta quiere transmitir algo el momento idóneo sea a lo largo de su metraje o como máximo durante sus créditos finales, y si luego en frio esas ramificaciones crecen, mejor que mejor, pero el ahora me parece innegociable. El problema de "El viajante" es que, durante sus excesivas dos horas de metraje, no transmite absolutamente nada de lo que el cineasta iraní pretende transmitir, lo que hace que veas la película sin inmutarte lo más mínimo. Y es que esa inteligente y certera bofetada que le asesta Farhadi al excesivamente vanagloriado sueño americano es muy interesante, pero sale de la madriguera demasiado tarde.
Otro aspecto que repercute directamente en que haya visto "El viajante" sin inmutarme es su bacheado aspecto narrativo con el que Farhadi se auto torpedea, algo que no es la primera vez que le pasa. El iraní se toma todo con mucha pachorra, y la traca a esa pausa llega en el tercer acto, el definitivo, donde esa pausa se convierte casi en una cámara super lenta capaz de captar hasta el más mínimo detalle de cada personaje pero que difumina más si cabe un mensaje general que ya de por si era poco claro. El último acto es agotadoramente extenuador, siendo alargado hasta limites insospechados. Asghar Farhadi se recrea demasiado en sus personajes, casi como si en vez de una película fuese una novela. Por no mencionar que en ese acto final Farhadi aproxima demasiado "El viajante" a los terrenos del culebrón venezolano que tanto le gusta a él y tan poco a mí.
"El viajante" deja muchas incógnitas, hechos que no se ven en pantalla ni son mencionados por sus protagonistas, pero que quedan a interpretación del espectador. La cosa no está mal siempre y cuando no quieras confundirlo con agujeros de guion, pensamiento poco malintencionado. Farhadi obtuvo su segundo Oscar por esta cinta, cosa que tras verla me lleva a pensar que se lo dieron únicamente para fastidiar a un Donald Trump que le prohibió entrar al país. El problema es que dándole ese premio equipararon "El viajante" a "Nader y Simin, una separación" (2011), película notablemente superior y más trascendente.