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Voto de Maggie Smee:
9
6,6
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Drama
Después de pasar la noche con un presunto terrorista, la tranquila y ordenada vida de Katharina Blum queda completamente destruida. Como sospechosa, se convierte en víctima de una cruel campaña difamatoria de la policía y de un despiadado periodista sensacionalista, situación que pone a prueba los límites de su dignidad y de su cordura. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace tiempo me rondaba hacer un comentario sobre “El honor perdido de Katharina Blum”, quizás porque no me he topado con muchas críticas entusiastas o porque la valoración que le otorgaban mis almas gemelas veía que, la mayoría, no le hacían justicia. Es de esa clase de películas, que a pesar del tiempo transcurrido, casi medio siglo, no ha perdido ni vigor ni interés.
Tras triunfar por todo lo alto en 1975 en el Festival de cine de San Sebastián, donde se llevó la gran ovación del público y los mayores halagos de la crítica, “sorpresivamente” se fue sin premio alguno. Señal de que resultó incómoda en muchos aspectos. Una de las chapuzas que engrosará la historia del certamen.
Cuando se estrena en España no con mucho retraso, en 1977, la película va bien en taquilla pero no resulta el éxito esperado, quizás porque el espectador, tras la desaparición de la censura, se ve aturdido ante tanta oferta que inunda la cartelera. El caso es que esta película, una más, cae injustamente en el pozo del olvido, cuando se trata de un film excelente y que debería ser de visión obligada para los amantes del cine analítico y para todos los estudiantes de periodismo.
También significa la confirmación del gran director Volker Schlöndorff, perteneciente al “nuevo cine alemán” y cuya andadura empezó en Francia de ayudante de dirección. En esta ocasión dirige junto a su mujer, que debutaba como directora, la también actriz y guionista, Marguerethe von Trotta y que ambos, hoy día ya octogenarios, son dos figuras imprescindibles del cine alemán con carreras destacadas. Y ambos por separado también tienen espléndidas películas que siguieron tocando el tema del terrorismo, por ejemplo, “El silencio tras el disparo” en el caso de Schlöndorff o “Las hermanas alemanas” en el caso de von Trotta.
La estupenda dirección está perfectamente estudiada, sin florituras de ningún tipo. Por eso al principio del comentario decíamos que era una película para amantes de lo analítico, no porque sea fría, que en absoluto lo es, pero se ciñe a un guion conciso, sin licencias comerciales gratuitas donde lo que cuenta lo hace sin artificio. Un cine que hoy día sería muy difícil que existiera, no ya bien realizado, si no que pudiera ser producido, porque impera el gusto del espectador más que un cine “de autor”. El notable guion se basa en una novela de Heinrich Böll, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1972 y dos años después publica “El honor perdido de Katharina Blum”.
Katharina está encarnada por una de las mejores y más reputadas actrices alemanas, no solo de cine si no también de teatro, Angela Winkler, en un gran trabajo que significó su lanzamiento, maravillosamente secundada por un elenco de actores que luego también saltaron a la fama, como Mario Adorf, Jürgen Prochnow, Heinz Bennent o en un pequeño rol la directora Von Trotta.
La casi imperceptible banda sonora de Hans Werner Henze es muy apropiada, porque también se ajusta a la línea a seguir, así como la labor del gran director de fotografía Joe Vacano, venerado tras el pedazo de trabajo que hizo en “El submarino”, de Petersen, considerada como una de las cien mejores películas del siglo XX con mejor fotografía.
Reivindicar humildemente desde aquí “El honor perdido de Katharina Blum” por ser una adaptación que no traiciona el alma de la obra y, por reivindicar el derecho a la libertad del ciudadano/a, cada vez más vulnerado por los intereses de una sociedad putrefacta y manipuladora, por una parte, entre otros, de la prensa más amarillista que no duda en pisotear y hacer añicos la vida de cuantos les convenga.
Antes de pasar al spoiler, señalar como curiosidad la estúpida reseña que, como otras tantas veces, hace el memo de Vincent Canby para el The New York Times, otro de esos “critiquillos” que bien se hubiera merecido el despido fulminante y que, aunque reconoce sus valores, la película “no despierta especial interés en mí”, dejando entrever su escasa sensibilidad y su mediocre nivel intelectual, dándole palo sin justificación lógica.
Tras triunfar por todo lo alto en 1975 en el Festival de cine de San Sebastián, donde se llevó la gran ovación del público y los mayores halagos de la crítica, “sorpresivamente” se fue sin premio alguno. Señal de que resultó incómoda en muchos aspectos. Una de las chapuzas que engrosará la historia del certamen.
Cuando se estrena en España no con mucho retraso, en 1977, la película va bien en taquilla pero no resulta el éxito esperado, quizás porque el espectador, tras la desaparición de la censura, se ve aturdido ante tanta oferta que inunda la cartelera. El caso es que esta película, una más, cae injustamente en el pozo del olvido, cuando se trata de un film excelente y que debería ser de visión obligada para los amantes del cine analítico y para todos los estudiantes de periodismo.
También significa la confirmación del gran director Volker Schlöndorff, perteneciente al “nuevo cine alemán” y cuya andadura empezó en Francia de ayudante de dirección. En esta ocasión dirige junto a su mujer, que debutaba como directora, la también actriz y guionista, Marguerethe von Trotta y que ambos, hoy día ya octogenarios, son dos figuras imprescindibles del cine alemán con carreras destacadas. Y ambos por separado también tienen espléndidas películas que siguieron tocando el tema del terrorismo, por ejemplo, “El silencio tras el disparo” en el caso de Schlöndorff o “Las hermanas alemanas” en el caso de von Trotta.
La estupenda dirección está perfectamente estudiada, sin florituras de ningún tipo. Por eso al principio del comentario decíamos que era una película para amantes de lo analítico, no porque sea fría, que en absoluto lo es, pero se ciñe a un guion conciso, sin licencias comerciales gratuitas donde lo que cuenta lo hace sin artificio. Un cine que hoy día sería muy difícil que existiera, no ya bien realizado, si no que pudiera ser producido, porque impera el gusto del espectador más que un cine “de autor”. El notable guion se basa en una novela de Heinrich Böll, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1972 y dos años después publica “El honor perdido de Katharina Blum”.
Katharina está encarnada por una de las mejores y más reputadas actrices alemanas, no solo de cine si no también de teatro, Angela Winkler, en un gran trabajo que significó su lanzamiento, maravillosamente secundada por un elenco de actores que luego también saltaron a la fama, como Mario Adorf, Jürgen Prochnow, Heinz Bennent o en un pequeño rol la directora Von Trotta.
La casi imperceptible banda sonora de Hans Werner Henze es muy apropiada, porque también se ajusta a la línea a seguir, así como la labor del gran director de fotografía Joe Vacano, venerado tras el pedazo de trabajo que hizo en “El submarino”, de Petersen, considerada como una de las cien mejores películas del siglo XX con mejor fotografía.
Reivindicar humildemente desde aquí “El honor perdido de Katharina Blum” por ser una adaptación que no traiciona el alma de la obra y, por reivindicar el derecho a la libertad del ciudadano/a, cada vez más vulnerado por los intereses de una sociedad putrefacta y manipuladora, por una parte, entre otros, de la prensa más amarillista que no duda en pisotear y hacer añicos la vida de cuantos les convenga.
Antes de pasar al spoiler, señalar como curiosidad la estúpida reseña que, como otras tantas veces, hace el memo de Vincent Canby para el The New York Times, otro de esos “critiquillos” que bien se hubiera merecido el despido fulminante y que, aunque reconoce sus valores, la película “no despierta especial interés en mí”, dejando entrever su escasa sensibilidad y su mediocre nivel intelectual, dándole palo sin justificación lógica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
SPOILER
La película se cierra de la mejor manera. Sus personajes tienen el desarrollo requerido y sobre todo Katharina es la que, al sufrir más las consecuencias, es la que culmina el drama sin ningún tipo de concesión. Su final es contundente en el discurso de la homilía en el entierro de Werner Tötges, uno de los personajes más repulsivos del film, muy bien llevado a cabo por Dieter Laser, donde se le da la vuelta a todo y se proclama la libertad de prensa, omitiendo las consecuencias al calumniar gratuitamente.
La película se cierra de la mejor manera. Sus personajes tienen el desarrollo requerido y sobre todo Katharina es la que, al sufrir más las consecuencias, es la que culmina el drama sin ningún tipo de concesión. Su final es contundente en el discurso de la homilía en el entierro de Werner Tötges, uno de los personajes más repulsivos del film, muy bien llevado a cabo por Dieter Laser, donde se le da la vuelta a todo y se proclama la libertad de prensa, omitiendo las consecuencias al calumniar gratuitamente.