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Voto de Francisco Javier Millan:
6
Drama ¿Cómo llega un adolescente que descubrió su vocación religiosa un día primaveral a ser el Papa Francisco (Darío Gandinetti)? El largo, duro y emocionante viaje de un jesuita que llega a ser arzobispo de Buenos Aires durante muchos años es lo que investiga una joven periodista española (Silvia Abascal), después de conocer en el cónclave de 2005 a Jorge Mario Bergoglio. La reportera está escribiendo un libro en el que habla de su ... [+]
25 de septiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que me encuentro bastante cómodo dentro del llamado agnosticismo. Pero no siempre fue así, ya que como muchos de mi generación, recibí una educación católica que para nada reniego en absoluto.
En la actualidad reconozco que me interesa bastante poco los temas eclesiásticos, y más cuando uno observa que no todo funciona como debería funcionar en el seno de la Iglesia.
Dentro de este panorama, conocimos hace un par de años la figura del Papa Francisco, un hombre sencillo, con las ideas bastante lúcidas, y con un afán de decir las cosas por su nombre.
Ahora nos llega su vida en forma de película de postal. No es de extrañar que la misma arranque con un tour por la ciudad de Buenos Aires, mostrándonos los lugares que fueron fundamentales para él, antes de convertirse en lo que es.
Y es que el film efectivamente es eso: Un tour para turistas. Una bonita forma de acercarnos a su figura, planeando muy por encima, sobre algunas peripecias de su pasado.
El que busque profundidad histórica no la va a encontrar. La producción persigue crear un formato para agradar, mucho más cercano a la estética del telefilm, que al de una película de la pantalla grande.
Un título que se ve absolutamente beneficiado por un enorme Darío Grandinetti. Un actor que logra transmitirnos ternura y, hasta en ocasiones, cierta melancolía. Los planos de sus recorridos por Roma o Buenos Aires, son de lo más bello del conjunto.
Aún así se evidencia simplicidad en su estructura, pasando de largo y de puntillas, temas tan interesantes como la dictadura argentina, o su lucha contra la corrupción social y política. Estos dos puntos dan para explorar con mayor profundidad en futuras películas.
Digamos que estamos ante una obra endeble, a la vez que correcta, cuyo poso reside más en la figura de un hombre con buenas intenciones, más que en sus valores cinematográficos.
Y es que hay que reconocer, que aunque uno no comulgue con la Iglesia, hay ciertos valores humanos que la película sabe transmitir perfectamente. El absoluto caos social y moral que vivimos actualmente, se puede solucionar con una frase magnífica: “los seres humanos poseemos más cosas que nos unen, que las que nos separan”. Esa es la mejor lección con la que me quedo.
Pura humanidad, buena para alimentar el alma. Al menos para la mía.
Francisco Javier Millan
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