Javier Fesser ya nos había demostrado que era un director y guionista con un gran talento (con la originalísima "El milagro de P. Tinto" y la divertida primera entrega de Mortadelo y Filemón). Y cuando alguien tiene tanto talento como él, puede atreverse con todo, comedia, drama, o lo que le venga en gana. Ya lo demostró Amenabar, director de género hasta que rodó "Mar adentro", consiguiendo el reconocimiento de la crítica y el público en todo el mundo. El mismo reconocimiento merecería esta película, porque es mejor aún que "Mar adentro".

"Camino" es gran cine. Una película para ver más de una y dos veces; dirigida por el realizador con más intelegicencia y sensibilidad del panorama actual en España; protagonizada por una niña, Nerea Camacho, que huele a Goya y a gran futuro; y que nos cuenta una historia de cuento de hadas inserta en una realidad cruel, desgarradora, brutal.

Respecto a esa historia, ya habran oído decir de todo. La película ha trascendido porque analiza el estilo de vida del opus dei. Camino es una niña de una famila del opus a la que detectan un cáncer. A partir de ese momento, familia, seres querido y sacerdotes parecen más preocupados porque la niña no pierda la fé en Dios y el amor por Jesús que por otra cosa. Pero finalmente, la niña consigue "quedarse" con su familia, con la iglesia, con Dios y con la madre que los parió a todos.

Tranquilos, con esta última frase no reveló nada de la película. Sólo entenderán su significado aquellos quienes la vean.

Pero hay que verla. Porque "Camino" es sin duda la mejor película que ha pasado por una sala de cine en bastante tiempo.