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Voto de antonio lopez herraiz:
10
Drama Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista. En 2006 contó con una secuela, "Belle Toujours", dirigida por Manoel de Oliveira. (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La insatisfacción es un veneno que carcome íntimamente a Severine -inconmensurable Catherine Deneuve-. Y los traumas que arrastra por culpa de los abusos sexuales sufridos desde la infancia se convierten en el caldo de cultivo para fraguar sus fantasías perversas y sadomasoquistas -Luís Buñuel destapa prematuramente la caja de los truenos desde la primera secuencia-, dando pie a un pretexto idóneo para sufragar su obús de excesos y surrealismo a través de un turbio crisol de circunstancias, situaciones y personajes abiertamente degenerados, pusilánimes o, en el peor de los casos, despóticos dotados de una belleza repulsiva -ellas- frente a la paradójica comicidad en casi todos ellos: el triunvirato masculino no desdibujado por el esperpento o la bidimensionalidad recae en los personajes a cargo de Michel Piccoli, Pierre Clementi y Francisco Rabal como Henri Husson, Marcel e Hipólito el Murciano.
Tal vez lo que resulta más obvio, por no ser sometible a interpretaciones o amagos dilucidados de rascar más en la psique de su protagonista -una burguesa casada con un reputado médico (Jean Sorel) que halla en el ejercicio de la prostitución diurna una vía de escape para la desazón que la tortura- es la analogía buscada por su título, tanto en la adaptación cinematográfica como para la obra literaria original de Joseph Kessel. Severine es una prostituta que, literalmente, se encomienda a la virtud de su belleza de día: entre las dos y las cinco de la tarde.
El sexo es placer. El placer reside en la humillación. Y finalmente la humillación se transforma en obra de arte. Luis Buñuel y Jean-Claude Carriere trazan un círculo morbosamente perfecto.
antonio lopez herraiz
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