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Voto de antonio lopez herraiz:
4
Western. Comedia Narra las aventuras de un aristócrata francés, el “Condemor”, y Lucas, su fiel criado mexicano que, perdidos en el desierto del lejano Oeste, buscan la forma de volver al París de los franceses. A raíz de una involuntaria demostración de valor, “Condemor" es nombrado sheriff -muy en contra de su voluntad- y obligado a perseguir al “Tuerto” y a resolver la incógnita del paradero del padre del Chico y también la localización del ... [+]
23 de mayo de 2020
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No sé lo que pensarán los demás, pero yo secundo la hipótesis de que no eres una verdadera celebridad en la industria hollywoodiense si jamás te han invitado a interpretarte a ti mismo, o doblar la voz de un personaje, en 'Los Simpson'. En España ocurrió algo parecido en los años 80 y 90 con las produciones de Álvaro Sáenz de Heredia facturadas para lucimiento de los personajes televisivos de más éxito: Emilio Aragón, Ana Obregón, Martes y trece, Bigote Arrocet o la efímera pareja cómica -o lo que fuese eso- formada por Josema Yuste y Florentino Fernández. Y lógicamente, don Gregorio Esteban Sánchez Fernández. O mejor dicho: el gran Chiquito de la Calzada.
Pero irónicamente, que Sáenz de Heredia convierta al cómico malagueño -pero ciudadano del mundo, atendiendo a su trayectoria profesional previa- en el protagonista de un largometraje distaba de ser la mayor extravagancia del conjunto, con Chiquito interpretando a un aristócrata francés (¿?) que termina por equivocación -de apenas unos kilómetros de distancia- en un París que no es el suyo -el de Texas, para ser exactos-, flirteando con una corista de saloon -la cantante Sol Abad, ex integrante de Objetivo Birmania-, tomando bajo su protección al por aquel entonces (y aún) desconocido Naim Thomas o, como nuevo sheriff, enfrentándose contra el temible Tuerto (Julio Tejela) o el fantasma de Manitú (¡¡!!) que custodia el oro de El Dorado.
Cantinflas tuvo su western -bueno, al menos fueron dos-. Fernando Esteso también. Aquel señor andaluz, calvo y bajito que contaba chistes que no hacía falta entender para que tuvieran gracia no quiso (ni debía) ser menos.
Ahora es cuando se supone que debería admitir que 'Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera' es uno de mis placeres culpables preferidos, pero lo cierto es que no siento una pizca de culpabilidad.
antonio lopez herraiz
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