De no ser por el gasto económico que probablemente exige el encomiable empecinamiento con el que Antonio Banderas trata de labrarse un camino como empresario teatral, habría pensado que 2017 fue un año todavía más duro para él que para Nic Cage poniéndose al día con el fisco, participando en casi media docena de thrillers reguleros y videoestrenos en el género de acción. Tres de ellos, como éste, dentro del abiertamente desprejuiciado y noventero catálogo de los sucesores naturales de Cannon: Millennium Media. O tal vez la fecundidad laboral -que no creativa- de 2017, el año que Antonio vivió peligrosamente, sea otra de las numerosas razones por las que hace poco aseguró que necesitaba bajar el ritmo de trabajo. Particularmente he de reconocer no haberle proferido jamás una exacervada devoción a la faceta actioner de Antonio -salvo excepciones puntuales a las órdenes de Robert Rodriguez o Martin Campbell, mucho más que con Richard Donner o John McTiernan-.
Ah sí, ¡la película! El soldado defenestrado currando de segurata. Una testigo protegida e indefensa. Un centro comercial tomado por sicarios. La ineludible marca de la casa disparando dos pistolas a la vez.
De no ser porque se estrenó antes que 'La mensajera' (2019, Zackary Adler) diría que 'Security' es exactamente igual -y esto es un cumplido, cuidado- pero intercambiando los cromos de la asskicker Olga Kurylenko y un maloso Gary Oldman por nuestro querido 'Antoñiou' y -el ya asiduo a pisar en peores cenagales- Ben Kingsley.
En cualquier caso, debo reconocer que esto se aleja más del resto de productos en que se involucró Antonio Banderas en un intervalo de pocos meses que al tipo de cinta de acción resultona que el propio Renny Harlin habría firmado en otra década.