Este episodio es uno más de los tantos que mal produce Netflix.

De Black Mirror no tiene nada, pues no tiene ninguno de los estilemas (normas de estilo) de la ya clásica serie inglesa.

Le faltan los elementos fantásticos, los giros inesperados, los toques oníricos, las pinceladas de irrealidad que poseían las primeras entregas de Black Mirror cuando era producida y entregada a cuenta gotas por Channel 4.

Así como le faltan elementos de Black Mirror le sobran cosas de Netflix como un guión lineal, una narrativa soporífera y lo peor de todo la inclusión desmedida de cuestiones de género y raza.

Si ves este episodio -o cualquiera de la "etapa Netflix" de Black Mirror- debes entender que lo que en realidad estarás viendo es otra bazofia de Netflix.