La primera temporada de Masters of Horror se cerraba con un toque exótico a través de Takashi Miike, director japonés responsable de grandes películas que, más que de miedo, podemos englobarlas en un género propio con la grima como elemento común.

Takashi Miike participa en este homenaje al cine de terror y acaba haciéndose una especie de homenaje así mismo. En la película encontraremos sus tan recurridas agujas y muchos elementos de los que convierten su cine en una experiencia desagradable por encima de todo lo demás, pero que de alguna forma acaba siendo disfrutable para el espectador en la mayoría de los casos. No serán pocas las veces que pensemos en lo loco que está el director para hacer cosas tan dementes, pero si nos acaban gustando significa que todos compartimos esa parte de demencia que, mal representada en pantalla, puede confundirse con mal gusto.

El direcrtor japonés consigue mostrar las escenas de una manera dura y que no se te pase por la cabeza que simplemente esté intentando transgredir. Para bien o para mal sabes que Miike es así, y que no está forzando la película a lo desagradable. Por decirlo de alguna manera, él es desagradable y no busca la incomodidad por la incomodidad, simplemente es así.

Actuaciones buenas, salvo la de Billy Drago, que no me lo creí en ningún momento. Trabajo de caracterización bueno y efectos apropiados para una película de la saga, aunque está muy por encima de muchas otras. Una experiencia tan desagradable como buena para algunos "dementes" como yo y un cierre de temporada muy subrayable.