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Voto de jm96:
8
7,6
2.770
Drama. Romance
Andreas, un hombre desconectado del mundo después de su divorcio, se retira a vivir a una pequeña isla del Báltico. Allí conoce a una pareja de artistas que está en plena desintegración, y a una joven e inestable viuda. Unidos por el dolor de la pérdida y la desconexión emocional, ella y Andreas inician una relación. Mientras tanto, alguien recorre la comunidad de la isla cometiendo actos de crueldad con animales. (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las dos únicas películas de Bergman que he visto por ahora me han demostrado su enorme capacidad para ahondar en la psicología de sus personajes y, en definitiva, en el alma humana. No sabría cómo expresarlo, pero al ver los trabajos del autor te imbuye una sensación de estar observando una obra de teatro que, debido a la forma de rodar del director y a los golpes de efectos que permite el medio cinematográfico, es capaz de afectar de forma más poderosa al espectador contemporáneo –o por lo menos en mi caso-.
Ello no quiere decir que la dirección de Bergman no sea novedosa aquí e incluso radical en otras de sus películas. Prueba de ello es la introducción de cuatro cortes en donde los propios actores interpelan al espectador sobre la situación de los personajes, introduciendo alguna información sobre el estado emocional de estos sin innecesarios subrayados en las escenas anteriores. La fotografía, por primera vez en color en la filmografía de Bergman -si no me equivoco-, también es notable incrementando la turbiedad del brumoso paraje en donde se refugia nuestro protagonista.
Andreas (interpretado por un impecable Von Sidow) vive en una aislada comunidad, en donde su amigable conducta con los escasos vecinos contrasta frente a la soledad de su morada. Su situación es consecuencia del fracaso de su proyecto vital, inclusive su anterior matrimonio. En él se refleja la incapacidad y una amplia gama de contradicciones. Y es que Andreas no es un testimonio verdaderamente fiable especialmente en lo relativo a su pasado. Este rasgo está presente también en los personajes de Anna, Eva y la pareja de esta, los cuales se convierten en las amistades más cercanas de Andreas, manteniendo una relación durante dos años con la primera.
Ello no quiere decir que la dirección de Bergman no sea novedosa aquí e incluso radical en otras de sus películas. Prueba de ello es la introducción de cuatro cortes en donde los propios actores interpelan al espectador sobre la situación de los personajes, introduciendo alguna información sobre el estado emocional de estos sin innecesarios subrayados en las escenas anteriores. La fotografía, por primera vez en color en la filmografía de Bergman -si no me equivoco-, también es notable incrementando la turbiedad del brumoso paraje en donde se refugia nuestro protagonista.
Andreas (interpretado por un impecable Von Sidow) vive en una aislada comunidad, en donde su amigable conducta con los escasos vecinos contrasta frente a la soledad de su morada. Su situación es consecuencia del fracaso de su proyecto vital, inclusive su anterior matrimonio. En él se refleja la incapacidad y una amplia gama de contradicciones. Y es que Andreas no es un testimonio verdaderamente fiable especialmente en lo relativo a su pasado. Este rasgo está presente también en los personajes de Anna, Eva y la pareja de esta, los cuales se convierten en las amistades más cercanas de Andreas, manteniendo una relación durante dos años con la primera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El estallido de las últimas escenas hace palpable la interconexión entre sendos fracasos emocionales. Ambos se complementan, reflejando la rica perspectiva de Bergman sobre las veleidades de las relaciones humanas. Por un lado, Anna es incapaz de recibir de su pareja la implicación y magnitud de esfuerzo y amor que ella si da. Como señala en uno de sus diálogos, ella intenta dotar su vida de una significación total, pero obviamente incurriendo en la negación de la realidad. Mientras, el rol de Andreas de forma paradójica congenia con el del exmarido de Anna –al que Bergman asigna también el nombre Andreas-. Este, a diferencia de Anna, no puede volcarse de la misma manera aun anhelándolo en sus relaciones, intuyéndose alguna infidelidad en su anterior matrimonio, pero también en buena medida debido al verse insatisfechos sus aspiraciones vitales y de estatus.
Tanto los abruptos ataques de rabia de uno como las fases depresivas de otro son reflejos de la frustración y del subsiguiente vacío existencial en donde naufragan ambos personajes.
Tanto los abruptos ataques de rabia de uno como las fases depresivas de otro son reflejos de la frustración y del subsiguiente vacío existencial en donde naufragan ambos personajes.