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Voto de davilochi:
8
6,9
170
Drama. Comedia
Comedia que repasa la historia reciente de Serbia, desde el punto de vista de un agente de la policía secreta de Milosevic, en sus intentos por asesinar repetidas veces a un miembro de la oposición al presidente. Años después y cercana la muerte, el policía visita al opositor, ahora director de una editorial que va a ser vendida a los nortemericanos, para preguntarle si todo aquello por lo que luchó se ha convertido en realidad. (FILMAFFINITY) [+]
6 de junio de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada tres años antes que "La vida de los otros" no podemos negar que entre ésta y "Profesionalac" hay curiosos paralelismos que supongo llamarían la atención de Dusan Kovacevic. Quizás la mayor diferencia entre ambas es que la serbia empieza donde acaba la alemana y que, al contrario que la segunda, que se sirve de un discurso lineal en el tiempo, ésta hace uso de los "flashbacks" para explicar cómo se ha llegado al momento presente. No obstante, tanto Teya, protagonista del film serbio, como Georg Dreyman, protagonista del alemán, tienen que enfrentarse en un punto de la película ante voluminosos tomos que contienen hasta el más nimio detalle de sus vidas en determinados periodos compilados por los estados policiales en que vivían. No obstante hay diferencias entre ambos protagonistas, ya que mientras Dreyman trató de mantenerse al margen de la política en la RDA a pesar de las presiones de sus colegas Teya era un reconocido disidente del régimen de Milosevic. Por supuesto en ambos casos hace aparición el conflicto amoroso para añadir tensión a la trama. No soy muy consciente de las fuentes de inspiración de Florian Henckel-Donnersmark, lo que si está claro es que su película tiene destacables parecidos con la de Kovaceciv porque, para más inri, en ambas nos encontramos con que el antiguo espía a servicio del estado trata de reconciliarse con la víctima.
Sea como fuere, dejando las comparaciones a un lado, estamos ante una película a tener en cuenta por muchas cuestiones. Quizás es el apartado técnico y la incapacidad para crear tensión y angustia la que me obliga a dejarla con un 8. Ese anhelo tan balcánico por hacer de la vida una tragicomedia no ha sido suficiente para mí esta vez, lo cual no quiere decir que el resultado no sea admirable.
En primer lugar porque nos muestra a la perfección el Neo-stalinismo del régimen de Milosevic, quien creó un estado policial y autoritario que en muchos sentidos se acercó al totalitarismo. Así, en el primer flashback que nos lleva a las manifestaciones estudiantiles de 1991 Luka, el policía del Servicio de Inteligencia encargado de seguir a Teodor, reconoce que "Toda la ciudad estaba inundada de cámaras", la representación, una vez más, del gran hermano, del peligro de los avances tecnológicos puestos en manos de gobiernos irresponsables y autoritarios. También nos destapa la naturaleza de Milosevic, un hombre que se movió en cualquier dirección que le asegurará en mantenimiento y fortalecimiento de su poder, a pesar de que muchos de sus adeptos, por su dogmatismo radical, fueran incapaces de verlo, como el propio Luka: "En aquella época yo era comunista hasta los huesos y tu decías tantas tonterías sobre los comunistas...". He aquí una muestra de cómo el radicalismo no acepta ninguna desviación.
Sea como fuere, dejando las comparaciones a un lado, estamos ante una película a tener en cuenta por muchas cuestiones. Quizás es el apartado técnico y la incapacidad para crear tensión y angustia la que me obliga a dejarla con un 8. Ese anhelo tan balcánico por hacer de la vida una tragicomedia no ha sido suficiente para mí esta vez, lo cual no quiere decir que el resultado no sea admirable.
En primer lugar porque nos muestra a la perfección el Neo-stalinismo del régimen de Milosevic, quien creó un estado policial y autoritario que en muchos sentidos se acercó al totalitarismo. Así, en el primer flashback que nos lleva a las manifestaciones estudiantiles de 1991 Luka, el policía del Servicio de Inteligencia encargado de seguir a Teodor, reconoce que "Toda la ciudad estaba inundada de cámaras", la representación, una vez más, del gran hermano, del peligro de los avances tecnológicos puestos en manos de gobiernos irresponsables y autoritarios. También nos destapa la naturaleza de Milosevic, un hombre que se movió en cualquier dirección que le asegurará en mantenimiento y fortalecimiento de su poder, a pesar de que muchos de sus adeptos, por su dogmatismo radical, fueran incapaces de verlo, como el propio Luka: "En aquella época yo era comunista hasta los huesos y tu decías tantas tonterías sobre los comunistas...". He aquí una muestra de cómo el radicalismo no acepta ninguna desviación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En un segundo flashback nos encontramos con Luka vestido de vendedor de diarios para pasar desapercibido en un local nocturno. Al verlo Teodor le compró todos los periódicos para evitar que cayeran en manos de personas comunes e influenciables, dado que los medios de comunicación estaban completamente controlados por el régimen. En este instante presenciamos dos cosas: los efectos devastadores de la inflación a causa del bloqueo internacional (ocho periódicos que cuestan 800 millones de dinares) y el cinismo de Milosevic que Teodor no puede soportar: "Qué idiota es este hombre, escuchad: `Dentro de cinco años Serbia será uno de los más desarrollados países de Europa. Será un ejemplo para otros países´". En ese momento presenciamos un conflicto entre el dueño del local y Teodor, ya que éste último se pone a cantar una canción subversiva. Esta es una alegoría del conformista que acepta el orden establecido con el único fin de sobrevivir y, de este modo, se mantiene en una zona gris cercana a la connivencia con la situación ("Tengo tres hijos pequeños y el local está lleno de policías) y el activista comprometido que arriesga su integridad ("Es precisamente por eso. ¿¡Qué pasará si ese lunático sigue diez años más en el poder!?").
Hacia el final de la película Teodor le dirá a Luka que es un monstruo, pero éste le dirá que "No, yo no soy más que un profesional". He aquí el hombre que representa la auténtica "banalidad del mal", aquel que hace su trabajo formando parte de un gigantesco mecanismo burocrático en el que se diluye el principio de responsabilidad y donde sólo importa cumplir con las órdenes sin pensar en las consecuencias de éstas.
El momento en que esta película se presentó dejaba ante Serbia la perspectiva de un futuro incierto, de ahí que Dusan Kovacevic no dude en aprovechar la película para realizar una crítica respecto a las amenazas potenciales para la normalización política del país. La figura de Yovan, presidente del consejo de la imprenta que dirige Teodor, es la mejor representación de ello junto al final: éste trabaja como infiltrado de la policía en las instituciones controladas por el "cambio de poderes" con el fin de desestabilizar el nuevo sistema. Esto recuerda en cierto sentido a la Transición en España, cuando tanto el Ejército como la Guardia Civil eran un nido de golpistas. Al final vemos una enorme pantalla observada por hombres uniformadas donde se puede observar el despacho de Teodor. He aquí pues una crítica a la no renovación de los órganos de seguridad del Estado, todavía adeptos de Milosevic. Desgraciadamente me tengo que dejar muchos detalles que me hubiera gustado haber comentado.
Hacia el final de la película Teodor le dirá a Luka que es un monstruo, pero éste le dirá que "No, yo no soy más que un profesional". He aquí el hombre que representa la auténtica "banalidad del mal", aquel que hace su trabajo formando parte de un gigantesco mecanismo burocrático en el que se diluye el principio de responsabilidad y donde sólo importa cumplir con las órdenes sin pensar en las consecuencias de éstas.
El momento en que esta película se presentó dejaba ante Serbia la perspectiva de un futuro incierto, de ahí que Dusan Kovacevic no dude en aprovechar la película para realizar una crítica respecto a las amenazas potenciales para la normalización política del país. La figura de Yovan, presidente del consejo de la imprenta que dirige Teodor, es la mejor representación de ello junto al final: éste trabaja como infiltrado de la policía en las instituciones controladas por el "cambio de poderes" con el fin de desestabilizar el nuevo sistema. Esto recuerda en cierto sentido a la Transición en España, cuando tanto el Ejército como la Guardia Civil eran un nido de golpistas. Al final vemos una enorme pantalla observada por hombres uniformadas donde se puede observar el despacho de Teodor. He aquí pues una crítica a la no renovación de los órganos de seguridad del Estado, todavía adeptos de Milosevic. Desgraciadamente me tengo que dejar muchos detalles que me hubiera gustado haber comentado.