Bajo el disfraz de película sci-fi original, Gattaca es sólo una muestra más de lo insoportable que pueden ser las convenciones. Todo el film está repleto de lugares comunes: film de superación personal, inválido que supera las expectativas gracias al poder de su voluntad (Dios, no podía ser un poco más predecible?), protagonista que nunca se rinde por más que su sueño parezca imposible (¡¡qué original!! ¡es la primera vez que veo esta temática en la pantalla!), la moraleja de que todo se puede si se lucha por ello, los obstáculos en el camino, el vínculo afectivo con Uma Thurman, también el obstáculo en ese lazo, pero de nuevo la solución. Todas las películas tienen el mismo molde, los mismos personajes, la misma lógica; sólo se preocupan de maquillar todo un poco para que vista ligeramente parezca algo nuevo. Acá lo maquillaron de ciencia ficción. ¡Si hasta el planteo de la distopía de discriminación genética era fácil, predecible, vulgar! Y no porque el tema no sea interesante, que lo es (y eso la hace pasable), sino porque lo plantean infantilmente.

Para colmo, la música era una basofia sentimental. ¡Violines melosos en las escenas clave! VIOLINES MELOSOS!!! Para que entendamos el complejo drama de los personajes, claro; para que sepamos cuándo emocionarnos. Menos mal que está la orquesta, que si no no sabría cuándo gimotear.