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España España · Moaña
Voto de Bermu:
8
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que el cine de Bergman no deja indiferente a nadie. Te puede gustar o no, o más bien lo amas o lo odias, no hay término medio con el director sueco y con esta película lo vuelve a demostrar. Tras rodar El Séptimo Sello, vuelve a la Suecia de la edad media para mostrarnos un film desgarrador y cruel, donde con muy poco deja al espectador sobrecogido. A medida que la película avanza, el clima se hace irrespirable, terrible, casi tenebroso, añadiendo esos símbolos que tanto gustan a Bergman; el sapo negro, el cuervo, incluso la rama de abedul son sencillamente inolvidables.

No me malinterpreten con lo de muy poco, pero simplemente con una fotografía en blanco y negro deslumbrante y unos enfoques de cámara majestuosos, Bergman es capaz de mostrar todas las cualidades que pretende en la película. Prácticamente sin diálogos y sin música. Hasta que terminó la película no me había dado cuenta de que casi no había música. Es increíble como se puede pasar por alto este detalle, pero es cierto, estaba tan hipnotizado con la película que no me di cuenta. Las imágenes son tan poderosas que no hace falta nada más.

El cine de Bergman siempre muestra una obsesión, a veces abusiva, de la existencia de Dios. Una obsesión en realidad con los dioses y las religiones, en busca siempre de las dudas existenciales de los personajes. Realmente por qué Dios permite que ocurran desgracias semejantes, por qué las almas bondadosas y celestiales no son diferentes de las crueles y malignas ante Dios, son preguntas que estoy seguro que el mismo Bergman se hacía constantemente.

Lo que me parece más increíble de la película es la contraposición de lo ancestral con lo nuevo. La sirvienta, que odia con todas sus fuerzas a la doncella, le reza a Odín, al viejo Dios destronado por la nueva religión y éste le hace caso, le concede su deseo. Mientras tanto, en el otro lado de la balanza, Dios no es capaz de contrarrestar este hecho y no escucha las plegarias de sus súbditos, incluso lo contrario, los condena a una vida de sufrimiento y pena por lo que han hecho. Me parece simplemente sublime.

Bergman siempre plantea preguntas al espectador, preguntas que no tienen respuesta o simplemente que conducen a otras preguntas más profundas, que generan esa angustia vital al espectador. Creo que esa es la gran virtud de un director que será irrepetible. Simplemente un genio.
Bermu
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