DANNY BOYLE sigue empeñado en la complicada tarea de demostrar que es un director excepcional y capaz de acometer las tareas más inverosímiles que el cine pueda mostrar, o no es genial basar una película en la rocambolesca historia de que los BEATLES no han existido, o mejor dicho, la humanidad se ha olvidado de ellos.

Después de un irregular éxito de su T2 o la vuelta de TRAINSPOTTING con unos protagonistas entrados en años y kilos más, el director de Manchester sigue metido en la lisérgica psicodélica de los mejores años musicales del sonido LIVERPOOL encarnado por BEATLES, la andanada MANCHESTER de los noventa, encarnada en OASIS y un músico reconocido mundialmente, ED SHEERAN que protagoniza él mismo, con lo cual, si tienes un poquito de interés y buen gusto musical, no te la puedes perder.

La historia es bobalicona y “buen rollista”, habiendo dejado de lado el contenido más bizarro de sus primeras películas, aunque sigue habiendo mención expresa a la juerga con ketamina y ponerse hasta el culo para escapar de éste puto mundo de mierda y es que BOYLE, afortunadamente, se resiste a cambiar del todo y pese a las obligaciones morales y sobretodo, contractuales con su productora, sigue siendo un enfant terrible capaz de hacer un cine ágil, divertido, que se ve y se disfruta sin pestañear y encima, si tenemos a la banda sonora del grupo de pop más importante de todos los tiempos, con permiso de sus satánicas majestades y THE WHO; ¿Que puede salir mal?