Torrente es un gran personaje. Un icono del cine español, guste o no guste, esto es cierto. Desgraciadamente no se puede decir lo mismo de las películas que llevan su título. La primera tiene la originalidad de presentar al personaje, pero al margen de eso la trama deja mucho que desear. En la segunda se impone un poco más la trama pero la torpeza de la ejecución la malogra. Estos mimos tropiezos se han hecho más evidentes en las dos posteriores secuelas que no llegaban ni siquiera tan alto.
Torrente 5 parte de una situación un poco más original, más atrevida. El prólogo es divertido, aunque otra vez la torpeza de la ejecución, unos involuntarios saltos de eje, malogran la frescura que se supone tendría que tener. Posteriormente, al reiterar la misma premisa, los mismos chistes, la llevan a bajar considerablemente el nivel.

Hay un problema muy evidente en estos Torrentes, y es que la realización y el montaje está al servicio de unas interpretaciones poco profesionales, intentando esquivar la torpeza de sus figurantes, cameos, famosos o amiguetes -como se los quiera llamar- que malogran la frescura que se supone tiene que tener el humor casposo que tan bien sabe articular el propio Segura. Su Quijote está a un buen nivel de gamberrradas, pero sus Sanchos han perdido fuelle desde que dejara en manos poco profesionales estos roles, quizá agrazco en este caso que Jesulín haya pasado a un nivel más secundario.