Pobre Tony Scott, la que le ha caído, dirigir una película con un guión de Tarantino, si hubiera sabido lo que vendría luego no hubiera aceptado. El resumen de la mayoría de las críticas es este: Pedazo de historia que Tony no supo aprovechar.

Pues no estoy de acuerdo. “Amor a quemarropa” es una película con un guión del todo juvenil, carente de verosimilitud y filmado con bastante garra y entrega por el director que hace lo que puede.

Su primera media hora es notable, curiosamente cuando están por ahí los Christopher Walken, Gary Oldman o Dennis Hopper, luego se empieza a venir abajo en el mismo momento que se montan en el coche y se dirigen a California.

La pareja protagonista no es que estén muy bien, pero es cierto que pegan bastante, Christian Slater es un macarrilla drogata y bastante chulo, no muy lejano de su personaje. El papel de rubia tetona bastante idiota de Patricia Arquette también le viene como anillo al dedo. Probablemente hubiera sido igualmente actriz si no la hubiera enchufado toda su familia hasta las patas, la diferencia es que hubiera tenido que abrir mucho más la boca para llegar a esto del cine.

El final es el mismo que el que escriben los quinceañeros en sus obras de teatro del instituto.

La música de Zimmer, el primer tercio de metraje, algunas actuaciones y los momentos románticos le dan para llegar al seis. No más.