Los Mercenarios es un homenaje a la nostalgia del cine de acción. Stallone trae consigo un reparto de leyendas del género que cumplen a la perfección con la interpretación de cada papel, especialmente en las escenas de acción, que cuentan con un alto valor de producción y resultan muy entretenidas. Los diálogos no pueden ser más brillantes e innecesarios al mismo tiempo, son una apología al macho alfa consciente de su exageración y explotada en clave de humor.
La gran limitación de esta película es que básicamente no ofrece mucho más, la historia no tiene ninguna relevancia hasta el tercer acto, incluso las dos principales escenas de acción previas al gran final, son entretenidas pero no tienen ningún impacto en la trama, ninguna consecuencia que justifique su presencia en el guión más que ser alucinantes, que lo son. Algo parecido pasa con los personajes, si por algo fueron grandes en el pasado los antiguos personajes de esos mismos actores fue porque hacían grandes escenas de acción pero, al contrario que en esta película, en historias interesantes, con situaciones complicadas y soluciones ingeniosas.
El balance final es que Los Mercenarios es un guiño al buen cine de acción, el tercer acto es una gran fiesta de explosiones y momentos sencillamente espectaculares, los diálogos aportan a cada personaje el carisma que le falta por su escaso desarrollo y el reparto cumple su rol, recordar sin complejos quiénes han sido los jefes del cine de acción. El resultado final debe ser respetado y valorado, pero irónicamente está lejos de las grandes películas que hicieron grandes en el pasado a los mismos implicados en ella.