Un engendro cuya visión sólo resulta justificable por el hecho de estar protagonizado por Leonardo DiCaprio, uno de los pocos intérpretes realmente fascinantes alumbrados por el Hollywood de las últimas décadas. Reflejando algunos ambientes deslumbrantes y otros ambientes no tan deslumbrantes, el hecho de que haga un tratamiento frívolo de cuestiones graves e incluso de enfermedades terribles la inutiliza de cara al gran público en general. Hay situaciones que debieron haberse evitado, porque ya es bastante que esas situaciones se den en la vida real para ofrecerlas encima como espectáculo de provocación. Una de las peores escenas es aquella en la que el protagonista tiene una vela metida entre las nalgas mientras una prostituta va a dominarle y a hacerle confundir el placer con el dolor. La escasa consistencia temática está en desacuerdo con la muy estirada duración, y la película es muy borde, en realidad no tiene más interés que el poder de sugestión de DiCaprio que está tan desaprovechado en "El lobo de Wall Street" como en "Diario de un rebelde" que también es bastante mala e igualmente borde aunque de otra manera. Inevitablemente no faltan los momentos aburridos e insustanciales en la película aunque existan algunos planos sugestivos. Una producción tan lujosa como tonta y pesada, sostenida a base de anécdotas desagradables por lo general.