Maravillosamente hermosa. Al ver esta gran película se justifican las grandes cantidades de premios que ganó. Estéticamente y actoralmente hacen de esta película una de las mejores obras de la historia del cine. Cada secuencia, cada plano está maravillosamente construido, son prácticamente dos horas que pasan volando y eso no se debe a nada más que al ingenio de la gran directora que logró construir una historia, que mirada desde arriba parecería ser un típico “cliché”, pero lo maneja con tanta hermosura e ingenio que las dos horas parecerían ser 20 minutos. Una historia llena de nostalgia y erotismo, lo que lleva en un principio a no saber desde que punto de vista estamos viendo la película, si es que realmente el papel de Holly Hunter está enamorándose del papel de Sam Neil o si cada vez lo aborrece más. Cada escena de Holly con Harvey está llena de una sensualidad y romanticismo desde un comienzo, a lo que la música viene a ser un parte fundamental de la narrativa audiovisual.
Fotograficamente, actoralmente y musicalmente hacen de esta película una de obra de arte y se vuelve a justificar en el cine que no existen historias malas, sino que solo existen malos tratamientos.