Con Suspiria en el maestro Argento dio un vuelco a su hasta ahora (im)predecible carrera y paso de puntillas por el género que mejor sabe rodar, el giallo, para acercarse sin ningún tapujo a la clásica historia de casas encantadas, brujas y lo sobrenatural como principal baluarte.

Aún con todo el film presenta sus constantes: asesinatos truculentos, sangre (mucha sangre) y la incertidumbre del asesino en las sombras que sólo se descubre en los minutos finales, por cierto, estos minutos, por precipitados y por afán de cerrar la historia quedan algo deslucidos en el conjunto general de la película.

Aquí colaboran rostros conocidos como Udo Kier, un jovencísimo Miguel Bosé (impagable sus movimientos con mallas en la sala de baile) o la diosa del cine B y madame kitsch de lo sobrenatural Joan Bennett en la que fue su último trabajo de relevancia. Entre todos destaca Jessica Harper muy acertada en su interpretación de la bailarina americana que acaba cayendo en la que es, sin duda alguna, la escuela de danza más macabra de la historia del cine.

Con sus fallos de ritmo y de coherencia narrativos, y pese a ese precipitado final ya comentado, Argento se marca otro clasicazo instantáneo y da muestras de por qué es considerado hoy en día como uno de los maestros del terror de todas las épocas