Estamos ante una cinta Bond extraña, que cuenta con toda la parafernalia y puesta en escena típica de la saga pero que carece de alma. Es como si todo aquí hubiera sido hecho con "el piloto automático". Después de la irregular pero fresca y revitalizadora "Goldeneye" y de la brillante "El mañana nunca muere", Brosnan comienza a dar muestras de agotamiento y nos brinda una actuación genérica...se sabe: el irlandés nunca fue fan del 007 (aceptó el papel por el reconocimiento y el dinero) y ya para 1999 estaba un tanto hastiado de que se le asocie con el "Sr. Bond". Tocaría fondo con la infumable "Muere otro día", su gris despedida del personaje pese a que él pretendía filmar una quinta película exigiendo unos 20 millones de dólares (más de lo que había embolsado con las 4 anteriores en conjunto). Por supuesto, ante tales pretensiones los productores le dieron las gracias por los servicios prestados...

La dirección posee un ritmo deficiente: por momentos nos abruman con una acción interminable y por otros el tedio se hace presente. El "supremo malo" es flojo, poco creíble y carece de presencia en pantalla, y Denise Richards como "chica Bond" es de lo peor que se haya visto. La contrataron sólo porque era una de las caras bonitas del momento, como ocurrió con Teri Hatcher el "El Mañana...".

En defintiva, no es mala, pero la disfrutarán más los fans.