Pues es una pena porque esta película tiene un inicio escalofriante que deja al espectador con la sensación de que verá una decente cinta de terror. Pero los comienzos a veces engañan, y este es uno de esos casos. Partiendo de una historia que si bien no es original, sí es interesante, el filme transcurre a buen ritmo, pero al mismo tiempo de un modo descafeinado. La oscura ambientación no está bien aprovechada debido al poco suspense que genera. Además, dicho suspense es producido mediante un par de sobresaltos que se ven venir desde lejos. Los personajes en cambio aportan lo más positivo que tiene esta producción, pues en sus roles vemos el verdadero terror del que esta película puede presumir. De hecho, si no es por las buenas interpretaciones que vemos en pantalla, el film sería mediocre, así que con eso lo digo todo. Taylor Schilling hace un papel de madre preocupada muy creíble en cada momento que representa a su personaje, Jackson Robert Scott realiza su papel con gran habilidad interpretativa, no hay más que oírle hablar y verle la cara para sentir hacia él pena y pánico a la vez. La psiquiatra y el otro médico dentro del escaso tiempo en el que aparecen están decentes. El padre, pese a estar claramente en un segundo plano, transmite esa impotencia que tendría cualquier persona si se viera en esa situación. Por desgracia no puedo destacar nada más. El final es demasiado simplón a mi juicio, por no decir que deja algún que otro clavo suelto. Y poco más, metraje flojillo que se salva por detalles muy básicos. Es entretenido, pero también olvidable.