La boda del benjamín (nunca mejor dicho) de una peculiar familia española durante la final del Mundial de fútbol de 2010 sirve como excusa para reunir a todos los hermanos en torno a un padre con un delicado estado de salud: el mayor (Antonio de la Torre), en estado depresivo, al cuidado de una hija nacida de un matrimonio frustrado, y dispuesto a todo (incluso lo más inconfesable) por demostrar su status dentro de la familia e intentar salir de esa situación; el siguiente (Roberto Álamo), discapacitado psíquico, guardián involuntario de los secretos más profundos de la familia; el mediano (Quim Gutiérrez), un cirujano que decide huir a África, para poner tierra de por medio ante una realidad frente a la que nada puede hacer, pero que le ha sido relevada sin pretenderlo; el penúltimo de ellos (Miquel Fernández), hechizado por todo lo que representa el hermano ausente, hasta el punto de querer emularlo en todo y perseguir buena parte de sus anhelos; y el menor de todos (Patrick Criado), un chico de 18 años, con las dudas propias de su edad, que va a dar un paso importante casándose con la chica a la que pidió matrimonio con siete años y con la que espera un bebé.

'La gran familia española' reúne un gran elenco de actores, pero del que destacan dos sobre todos los demás: Roberto Álamo y Antonio de la Torre, y a un poco más de distancia, Quim Gutiérrez y Verónica Echegui.

La propuesta de Daniel Sánchez Arévalo, con la concentración de la acción (a excepción de las escenas de la carretera y del aeropuerto) en la finca de campo familiar, lejos de hacer descarrilar la película, la afianza, porque la historia que nos cuenta merece ser tratada con sosiego, y cambios bruscos en la acción, sin duda, habrían actuado en perjuicio de aquélla.

Sin lugar a dudas, no estamos ante una de las mejores películas del cine español, como algunos se empeñaron en hacer creer en el año 2013, pero la originalidad del planteamiento y de la historia, con el inesperado final, hacen de 'La gran familia española' una película entretenida y disfrutable, aunque su poso no dure más que hasta el inicio de la siguiente película que decidamos ver.