Una pena, porque los sucesos que ocurrieron en esa espantosa Villa podían haberse narrado de una forma mucho más efectiva, más terrible, más inolvidable. Emma Watson y Daniel Brühl están bien, como siempre, pero nunca estarán ideales, porque no son grandes actores. Y esta terrible historia merecía un reparto bestial, inolvidable, para que nadie olvide lo que pasó en Chile con el pestilente Pinochet. Nunca agradeceremos bastante al juez Garzón que esa rata sufriera un poco los últimos años de su vida.