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Voto de KaloCamilo:
8
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2020 ![Chile](/imgs/countries2/CL.png)
![Chile](/imgs/countries2/CL.png)
Sergio Castro San Martín (Creador), Enrique Videla (Creador) ...
5,6
335
Serie de TV. Drama. Thriller. Intriga
Serie de TV (2020-Actualidad). 2 temporadas. 16 episodios. Blanca Ibarra (Antonia Giesen), de 17 años, estudiante y líder de un movimiento feminista, desaparece en medio de una protesta organizada por un grupo de alumnas del colegio Santa Inés tras un supuesto caso de abuso entre un profesor y una estudiante. Horas más tarde, una grabación de la joven siendo violada por un grupo de hombres aparece online y se vuelve viral en las redes ... [+]
12 de julio de 2020
15 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
8 episodios de una serie que se inspira no sólo en el caso de "La Manada" española, sino en una variedad de temas entrelazados, pero todos incluidos bajo un mismo marco. Los límites del consentimiento sexual; la viralización y la funa virtual; el acoso en todas sus formas, desde las sutilezas de "una clase de actuación" hasta la violación y el femicidio; el hostigamiento de los hombres "alfa" contra otros hombres; la formación de pandillas y sectas (hoy más fácil que nunca en la historia, al parecer); y todas aquellas situaciones que aún hoy se escapan del sistema de justicia formal (más abajo en spoilers); todas estas historias son homenajeadas en la misma serie como parte de un problema global. A saber, el patriarcado, esta noción arcaica, respaldada por civilizaciones completas, de que los hombres son (somos) dueños de todo, no sólo de las mujeres, sino también de otros hombres, de las instituciones (la escuela, la iglesia, la policía), de las redes sociales, e incluso de las vidas de todo aquel y aquella que cuestione "cómo deben ser las cosas".
En ese sentido, se nota mucho y se agradece el trabajo teórico que se puede ver detrás de los problemas planteados en esta historia. "La Jauría" no se trata de mujeres muy buenas vs. hombres muy malos con algunas excepciones. Y qué bien, porque si así fuera, sería un insulto a la inteligencia del público que la misma campaña de marketing trata de atraer. No se podía crear una serie que homenajeara constante y explícitamente a la lucha feminista, para terminar contándonos la misma vieja historia patriarcal con un final romántico como el único destino de toda mujer, cosa que siguen haciendo casi todas las producciones chilenas (en especial comedias como "Mujeres Arriba") y para qué decir las teleseries. Aquí el guión de la historia expresa su voto político y filosófico de una manera constante y consecuente, de principio a fin, en el marco de una novela de detectives con algunos tintes de conspiración. Quizás el último episodio es el menos lleno de reflexiones y el que más cae en algunos clichés... pero bueno, estamos en Chile y nos gustan las cosas sencillas, sobre todo después de la tremenda tensión que sufrimos en los siete episodios anteriores. Y en serio, esta serie tiene mucha tensión.
Personalmente encontré el desarrollo de los personajes, más de los y las protagonistas que de secundarios, tan certero como cercano. Personajes sumamente humanos y actuales, llenos de valores, deseos, temores y frustraciones, dando una lucha tan ardua en el exterior (encontrar a la chica desaparecida, identificar a un "Lobo" que está en todas partes y en ninguna a la vez, y dar una respuesta satisfactoria al público en el intento) como en el interior (cuidar sus relaciones, guardarse los secretos, y asumir las consecuencias de los propios actos). Por lo mismo, encuentro que el casting está perfecto. Nadie más que Daniela Vega podía interpretar a la sombría Elisa Murillo, y nadie más que Alfredo Castro a su retorcido mentor Petersen. Me pongo de pie ante Antonia Zegers como la detective Olivia Fernández, con esa increíble capacidad de estallar en llanto, volver forzosamente a la calma, y convencerte genuinamente de lo que está sintiendo. La angustia en cada episodio te la transmiten todos los actores y actrices, todo el tiempo, y en muchos momentos me encontré diciendo "esto no va a terminar bien", incluso aunque esos momentos no terminaran en nada (más en spoilers).
El punto bajo podría estar precisamente ahí, en que hay algunas subtramas que se esfuman y varias que se cierran antes de tiempo. Pero supongo que esta serie se trataba justamente de eso: de historias que terminan abruptamente, de un sistema cerrando las puertas cuando ya se encontraron culpables para la prensa, o cuando existe mucha presión de gente con poder que podría salir perjudicada. La historia de Chile, ni más ni menos.
En ese sentido, se nota mucho y se agradece el trabajo teórico que se puede ver detrás de los problemas planteados en esta historia. "La Jauría" no se trata de mujeres muy buenas vs. hombres muy malos con algunas excepciones. Y qué bien, porque si así fuera, sería un insulto a la inteligencia del público que la misma campaña de marketing trata de atraer. No se podía crear una serie que homenajeara constante y explícitamente a la lucha feminista, para terminar contándonos la misma vieja historia patriarcal con un final romántico como el único destino de toda mujer, cosa que siguen haciendo casi todas las producciones chilenas (en especial comedias como "Mujeres Arriba") y para qué decir las teleseries. Aquí el guión de la historia expresa su voto político y filosófico de una manera constante y consecuente, de principio a fin, en el marco de una novela de detectives con algunos tintes de conspiración. Quizás el último episodio es el menos lleno de reflexiones y el que más cae en algunos clichés... pero bueno, estamos en Chile y nos gustan las cosas sencillas, sobre todo después de la tremenda tensión que sufrimos en los siete episodios anteriores. Y en serio, esta serie tiene mucha tensión.
Personalmente encontré el desarrollo de los personajes, más de los y las protagonistas que de secundarios, tan certero como cercano. Personajes sumamente humanos y actuales, llenos de valores, deseos, temores y frustraciones, dando una lucha tan ardua en el exterior (encontrar a la chica desaparecida, identificar a un "Lobo" que está en todas partes y en ninguna a la vez, y dar una respuesta satisfactoria al público en el intento) como en el interior (cuidar sus relaciones, guardarse los secretos, y asumir las consecuencias de los propios actos). Por lo mismo, encuentro que el casting está perfecto. Nadie más que Daniela Vega podía interpretar a la sombría Elisa Murillo, y nadie más que Alfredo Castro a su retorcido mentor Petersen. Me pongo de pie ante Antonia Zegers como la detective Olivia Fernández, con esa increíble capacidad de estallar en llanto, volver forzosamente a la calma, y convencerte genuinamente de lo que está sintiendo. La angustia en cada episodio te la transmiten todos los actores y actrices, todo el tiempo, y en muchos momentos me encontré diciendo "esto no va a terminar bien", incluso aunque esos momentos no terminaran en nada (más en spoilers).
El punto bajo podría estar precisamente ahí, en que hay algunas subtramas que se esfuman y varias que se cierran antes de tiempo. Pero supongo que esta serie se trataba justamente de eso: de historias que terminan abruptamente, de un sistema cerrando las puertas cuando ya se encontraron culpables para la prensa, o cuando existe mucha presión de gente con poder que podría salir perjudicada. La historia de Chile, ni más ni menos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Me costó creerme el descubrimiento del "Lobo" en el último episodio, quizás porque el personaje del psicólogo Manuel jugó extremadamente bien sus cartas, o bien porque a la propia conclusión le faltó más desarrollo. Se sintió poco creíble ese giro de guión al comienzo. Después, cuando el sujeto explica su filosofía detrás de todo lo realizado, ya puede creerse que él era, de verdad, el hombre detrás de la cortina. Pero así y todo, ¿cómo se coordinaba con sus jaurías? ¿Cómo se mantenía el juego activo las 24 horas del día, si el tipo estaba casi todo el tiempo en el colegio con las estudiantes, en la clínica con Benjamín o con la detective Carla? ¿Quién lo ayudaba? ¿Cómo sabía todo lo que los demás hacían y lo que estaban a punto de hacer? El tipo no era precisamente "El Profesor" de "La Casa de Papel" ni mucho menos... Su final, de todos modos, no podía ser otro. Justamente porque el tipo estaba solo, al final; solo con sus delirios de grandeza, solo con su eterno mantra "ustedes son débiles". No era tan grandioso estratega, después de todo.
El suicidio de Camila, la víctima de Gonzalo, fue un grandioso ejemplo sobre cómo abrir y cerrar una historia terriblemente trágica en muy pocas palabras. La historia de las chicas y chicos que se suicidan debido al hostigamiento sexual y en redes sociales es un tema todavía inconcluso en la justicia, y me recuerda mucho a la iniciativa de la "Ley Antonia" en Chile, en homenaje a la chica que fue inducida al suicidio por razones sexistas y de violencia, de pareja en ese caso.
Pero sobre esa misma subtrama, lo que más lamenté fue la falta de una conclusión más clara a la historia de Gonzalo. Ése personaje tremendamente vulnerable, desesperado por aprobación y con nula inteligencia emocional, merecía una de dos: o una redención trágica que nos hiciera reconciliarnos con él (tirar el teléfono al mar, por ejemplo), o un castigo justo (que el chico decidiera finalmente abrazar su oscuridad, cual Gollum, y siguiera jugando el juego pese a todo, y entonces fuese arrestado por cómplice, o ajusticiado por algún compañero de curso, etc). Pero al enterarse del suicidio de Camila se volvió loco, y después ¿qué? ¿Se fue a la playa y listo? ¿Qué pasó con su teléfono? ¿Alguna vez supo su madre que él siguió jugando deshonrosamente a escondidas de ella? ¿Qué fue de él después que el caso se cerró? Creo que la historia de ese INCEL merecía algo más que sólo esfumarse frente al mar.
Y para ir cerrando, una pregunta polémica: ¿Qué opinará el mundo feminista de ver al personaje de Elisa Murillo interpretada por una mujer mundialmente famosa por ser trans, y luego ver al mismo personaje en versión joven siendo interpretada por una mujer cis? ¿No debió ser otra chica trans mejor? ¿O simplemente eso ya no importa?
El suicidio de Camila, la víctima de Gonzalo, fue un grandioso ejemplo sobre cómo abrir y cerrar una historia terriblemente trágica en muy pocas palabras. La historia de las chicas y chicos que se suicidan debido al hostigamiento sexual y en redes sociales es un tema todavía inconcluso en la justicia, y me recuerda mucho a la iniciativa de la "Ley Antonia" en Chile, en homenaje a la chica que fue inducida al suicidio por razones sexistas y de violencia, de pareja en ese caso.
Pero sobre esa misma subtrama, lo que más lamenté fue la falta de una conclusión más clara a la historia de Gonzalo. Ése personaje tremendamente vulnerable, desesperado por aprobación y con nula inteligencia emocional, merecía una de dos: o una redención trágica que nos hiciera reconciliarnos con él (tirar el teléfono al mar, por ejemplo), o un castigo justo (que el chico decidiera finalmente abrazar su oscuridad, cual Gollum, y siguiera jugando el juego pese a todo, y entonces fuese arrestado por cómplice, o ajusticiado por algún compañero de curso, etc). Pero al enterarse del suicidio de Camila se volvió loco, y después ¿qué? ¿Se fue a la playa y listo? ¿Qué pasó con su teléfono? ¿Alguna vez supo su madre que él siguió jugando deshonrosamente a escondidas de ella? ¿Qué fue de él después que el caso se cerró? Creo que la historia de ese INCEL merecía algo más que sólo esfumarse frente al mar.
Y para ir cerrando, una pregunta polémica: ¿Qué opinará el mundo feminista de ver al personaje de Elisa Murillo interpretada por una mujer mundialmente famosa por ser trans, y luego ver al mismo personaje en versión joven siendo interpretada por una mujer cis? ¿No debió ser otra chica trans mejor? ¿O simplemente eso ya no importa?