Es una lástima que tengamos que soportar semejante birria para disfrutar de la bella Liv Tyler en pantalla. Ni siquiera ella logra elevar la calidad de esta ridícula historia en la que un hombre (Scott Speedman, sin pena ni gloria) se encuentra a su mujer sangrando y aterrorizada y se limita a afirmar que "aquí no hay nadie" basándose en un mero vistazo al pasillo.

Lo peor es que se apoye en estar basada en una historia real para suplir su falta de sentido o mensaje cuando las únicas personas que viven los hechos son asesinos o asesinados.