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España España · Badajoz
Voto de Weis:
5
Drama Linda Lovelace es conocida principalmente por el notorio éxito de taquilla de la película porno de 1972, 'Garganta Profunda'. Más tarde, cuando dejó el negocio del porno, la actriz se divorció de Chuck Traynor y recuperó su verdadero nombre: Linda Boreman. Además, acusó a su exmarido de haberla obligado a prostituirse y dedicarse a la pornografía, recurriendo a todo tipo de violencia e incluso al hipnotismo. (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda que, en primera instancia, una propuesta como esta tiende a glosar las bondades del trabajo de investigación previo a la reconstrucción histórica y el acercamiento plástico de la imagen. Ante eso, me decanto por inconformista. La cuidada ambientación, la fotografía, el vestuario, el gusto por controlar los pequeños detalles, son agentes necesarios y mínimos para que la contienda sea tomada con seriedad y sentido artístico. A partir de ahí, a mi juicio, asumiendo los recursos mínimos para que un biopic así pueda realizarse, es entonces cuando podemos ensalzar el fresco ritmo de su montaje, la captación de una moral de época ingenua entre víboras y leones, el estudio de caracteres por parte de unos actores que denotan un rico trabajo de campo en matices y aspectos.

Sin embargo, cualquiera que conozca con antelación la vida y obra de Linda Lovelace o se haya aventurado a investigar documentales tan interesantes como ‘Inside Deep Throat’, caerá en la cuenta de que la película (o el montaje final que, en definitiva, es lo mismo) no está mermada por las incoherencias sino por sus alarmantes insuficiencias argumentales.

La imprescindible ‘Boogie Nights’, de Paul Thomas Anderson, nos radiografió el sentir inquieto de una época que no temía por apostar en nuevas y subversivas tendencias. Aquellos eran tiempos de experimentación, de pasos en falso y de inversiones en ciego. Tiempos donde unos pocos rebeldes con dinero que quemar o otros/as tantos/as balas perdidas que reconducir su vida podían aliarse para romper inhibiciones, tabúes y prejuicios.

‘Lovelace’ nos introduce en esta sociedad de gama baja a través de los personajes, no de su inminente contexto. No hay ni rastro de una época donde la igualdad de derechos y los valores contractuales habían llegado casi al zénit de su lucha. Ni rastro de aquellos resquicios de resistencia hippie y ciudadanía comprometida que propugnó todo un aparato de movimientos sociales en defensa de la libertad sexual e ideológica en este aspecto. Ni rastro de la nariz de Richard Nixon y su gobierno creciendo ante la indignación que esta película abiertamente pornográfica había provocado en las élites y todo tipo de clases, así como su posterior campaña de difamación y persecución hacia aquellos que estuvieron involucrados.

Por el contrario, ‘Lovelace’ se mueve y se sustenta casi exclusivamente en los hombros de una entregadísima Amanda Seyfried y en los aspectos más programáticos y específicos de la filmación de ‘Garganta Profunda’ allá por 1972, dejándose en el tintero un sinfín de material que hubiera favorecido la explicación de aquella coyuntura histórica y habría potenciado a la película en términos de suficiencia logística y documental.

Si bien, su ajustado montaje final me deja con dulzura amarga, con ganas de mucho más, también intento imaginar el muy posible sangrado que habrá sufrido en la sala de edición buena parte del material que se filmó y se documentó. Ahí, por supuesto, entran en juego los productores y sus criterios de selección creativa para justificar su amortización económica. Explicaciones redundantes, ritmo lento en diferentes compases de la trama, etc.

Como ya digo, todo es puestos a especular. Sería interesante encontrar una sección de entrevistas en el DVD edición coleccionista y que algún miembro del equipo corrobore mis sospechas. En cualquier caso, no me sentiré más orgulloso. Tan solo decepcionado, ya que este biopic presentaba, en material bruto, mucha carne que morder. Sin doble sentido.
Weis
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