Torturas monstruosas rodadas en primerísimos planos y con todo lujo de morbosos detalles, repugnancias varias como sesos esparcidos o fetos abortados a docenas, un argumento que apenas hay por donde pillarlo, un ritmo tan pausado que a veces provoca el aburrimiento, interpretaciones casposas (en especial, la del prota), y situaciones lisérgicas que arrancan la carcajada por su extrema ridiculez, y que incluso recuerdan a alguna peli de la Troma. Los tipismos clásicos del señor Miike concentrados en un mediometraje gore (en absoluto de terror), mucho más repugnante que Visitor Q, y con escenas aún más brutales que aquel final tan célebre de audition.
Una de dos: o este tío está enfermo y habría que empezar a tomarle medidas para la camisa de fuerza, o no tiene ningún pudor en hacerse famoso a base de estomagar al público, poniéndolo al límite del vómito. Y ninguna de las dos opciones es buena.
Recomendable sólo para amantes del gore extremo, aficionados al sadismo absoluto, y fans de Miike que no sepan en cual de las dos categorías anteriores inscribirse.
Resto del universo: abstenerse por completo de verla comiendo o en plena digestión.