El mayor acierto de la película por encima de muchos otros ha sido Joaquin Phoenix. Hace mucho que veo al actor como un personaje magnético y atormentado, que tal vez haya descubierto esa lateralidad que puede conducir a atravesar fronteras, no siempre deseables; con todo lo que ello conlleva en el inmenso ejercicio de su profesión. Su mirada su proyección, su identidad en apariencia turbia, lo llevarán, de gestar bien sus próximos trabajos, a la cumbre de la interpretación, en un momento de talentosa madurez.

Un guión malsano, atractivo, rotundo, multiforme, que se desliza con majestuosidad sobre el lado más oscuro... ese mismo con el que temblamos por el frío que proyecta.

Me place y complace que su valoración por parte de los usuarios de esta página sea tan alta, porque al margen de otras consideraciones, creo que el espectador ha vislumbrado esa magnética seducción que nos derrumba, cuando una película se hunde en la anarquía malsana más poliédrica.