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Voto de Don Hantonio Manué:
6
Drama. Romance Provenza, 1962. Con la guerra de Independencia de Argelia como telón de fondo, la trama se basa en las relaciones de un grupo de estudiantes de un internado. François (Gaël Morel), un chico de dieciocho años, descubre que es gay y que está enamorado de Serge (Stephane Rideau), su compañero de cuarto. Éste al principio parece corresponderle, y una noche se acuestan juntos. Pero, a continuación, Serge no quiere saber nada de François y se ... [+]
26 de diciembre de 2023
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Crónica del final de la adolescencia en la Francia de principios de los 60, con la guerra de la independencia argelina como fondo y condicionante, en mayor o menor medida, en las vidas de un grupo de amigos. Retrato cercano y sensible, muy francés también, de la incertidumbre típica de la edad, en la que se mezclan los aspectos íntimos, la confusión de los sentimientos, pues esto trata de personajes ante todo, con lo político; prácticamente un pedazo de historia reciente de un país y de recuerdos personales hechos cine mediante una estética naturalista tomada de Rohmer, en un relato coral y descentrado que recoge esos ecos de la nueva ola.

Por un lado, un romance gay en torno a roles que nos suenan, con el chico sensible y con inclinaciones literarias frente al más rudo, de orígenes humildes y campesinos, o la sinceridad frente a la simple experimentación, y por otro lado, el análisis de la complicada situación política; la de unos aburguesados comunistas cuyo papel en el gran tablero postcolonial se volvía difícil de jugar, la de los franceses oriundos de Argelia, sintiéndose traicionados por la indiferencia de sus compatriotas, amenazados, abandonados a su suerte… o la de los chavales del campo, mandados como carne de cañón a un conflicto fratricida.

Identidades inestables las de estos chicos y chicas, en conflicto con todo, pero especialmente consigo mismos, con sus cambios de humor y de parecer, enfrentándose a las verdades de la vida y los tristes desengaños que aguardan; queda un seguir adelante pese a todo, una celebración y un encuentro tras las estrechas barreras ideológicas, sexuales, de género y de clase… como ocurre con esos amores imposibles que nacen y que mueren; pero pervive la amistad, unos lazos irrompibles, una nueva historia que comienza donde ésta termina, y lo pequeño de pronto se vuelve algo grande.

Al otro lado, un vistazo a una realidad adulta de exiliados, de intelectuales de provincias, entre ausentes, atormentados y culpables, cuyo mundo y lógicas quedan atrás, por mucho que las apuntalen con falsos héroes de guerra, con existencias frustradas dentro del armario, y se desmoronarían apenas unos años después. Si algo negativo tiene esta película, con todas sus virtudes y aparte de lo francesísimo que es todo… es que si no tienes cercano el contexto, como es mi caso, no te enteras un carajo. Contrasta una secuencia inicial, la de una boda realizada por conveniencia, con una final junto al río, bucólicas ambas y cargadas de sensualidad, capturando el agua, el sol, el verde de la vegetación; la diferencia es que en la última estalla la pureza de ese despertar sexual, de esas emociones, al contrario que en la farsa un tanto grotesca anterior.

El adagio de Barber es tal vez lo que chirría un poco, por artificioso, en un film de estilo visual fluido, con primacía de una cámara en movimiento, como un plano de 360 grados que es el que cierra la peli y marca esa transformación definitiva. Con imágenes que hablan, como la de la lancha motora que avanza por sí misma y los remeros, que lo hacen con esfuerzo. Otro plano, el del viaje en moto; instante de felicidad suspendido en el tiempo, irrepetible… sin embargo, no deja de ser llamativa la serena aceptación, la ausencia de dramas. Cine de la época (Bergman, Demy), canciones (rock, twist, los Platters) en una escena de baile que se construye tanto dramática como musicalmente, según los cambiantes impulsos de quienes bailan. Y en definitiva, la metáfora de los juncos, la firmeza y ductilidad con que se inclinan sin romperse ante la adversidad, aún maleables... y de los árboles viejos, sólidos y orgullosos, pero capaces de quebrarse más fácilmente.

Un poco decepcionante por rácano, tengo que decir, el nivel de cuerpos masculinos desnudos en pantalla, sobre todo teniendo en cuenta el material disponible... para eso me quedo con las obras maestras de J. D. Cadinot; lo de ese sí que es cine galo de un nivel que ni Godard y compañía.
Don Hantonio Manué
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