Un esplendoroso Chuache, en la cima de su musculatura, nos deleita con una peliculita de mamporros de serie Z, de las que hacía al principio, con un director especializado en este tipo de subproductos. La película es cutre y con falta de medios, pero la buena voluntad de los artesanos de estas películas y la entrega de los aficcionados a este subgénero, hace que la misma sea un pequeño clásico de los años 80, junto a las de Sly , Chuck Norris y Dudikoff.

La historia es simple, como el personaje de Chuache, plano, plano, aunque con encanto; es como ver al "pequeño salvaje" de Truffaut con un chute de hormonas. Lo mejor son las frases ocurrentes y la manera que tiene de deshacerse de sus enemigos, hasta el asalto final a la isla del villano, que parece una mezcla de "El equipo A" y "El superhéroe americano", con los mismos efectos: saltos de los extras a destiempo de las explosiones, etc...

El villano parece escapado de un vídeo de "Village People"; ese bigotín tan "Frankies goes to Hollywood", esa camiseta de rejilla, tan de "Locomía" o de discoteca "de Ibiza" que le oculta la barriguita. Patético.

Esta película tiene el encanto de su ingenuidad. Pero no esperen gran cosa más; si la hubiese protagonizado Dudikoff nadie se acordaría de ella.