El título de la crítica es un trozo de la canción de Fito Páez, "Dar es dar"; y por más que parezca que dicha canción no esté muy relacionada, siquiera, con la trama de esta película, hay algo de su esencia en este filme.

Neal Page, (Steve Martin), tiene que llegar a un vuelo a las 6 y apuesta con su amigo que llegará a tiempo, él lo niega diciendo que no será posible; se halla ganado o no la apuesta, Neal conoce a Del Griffith, (John Candy), un amable pero charlatán vendedor de cortinas de baño, con quien Neal pasará un viaje representado por una montaña rusa de emociones.

John Hughes regresa a las comedias de la mano, ya no de adolescentes, sino de adultos; y dos adultos más reales de lo que parecen: un irritable, histriónico y apurado Steve Martin que se interpreta a sí mismo y un John Candy afable e incomprendido que hace lo propio. La película vibra gracias a ellos que le imprimen a cada escena del libreto mucha de su personalidad para generar un sentimiento más humano, natural y sensato con sus personajes. Las situaciones que viven estos dos pueden parecer fatalidad del destino o, tal vez, la fortuna del destino, la fortuna que estén juntos, de que, en vísperas de día de acción de gracias, estén a la par en un viaje con múltiples medios de transporte, problemas financieros y gritos al cielo.

Es un filme que habla sobre tolerancia, sobre viajes y sobre nosotros: los pasajeros; hoy en día, (y esto se estrenó en los ochentas), es algo común que lleguemos tarde a muchos lugares, que nos atrasemos constantemente y que no nos podamos detener ni un segundo para apreciar, de ahí viene parte del mensaje de cómo los viajes, sean un horror o sean maravillosos, no nos den la posibilidad para contemplar lo que está delante de nosotros. Además, la cinta también trae a colación la tolerancia en una de las mejores escenas de toda la película: cuando Neal, en la habitación de hotel, explota y se desquita con Del diciéndole todo lo que ha sentido en esta accidentada travesía, a lo que éste último responde: "¿Quieres herirme? Hazlo si eso te hace sentir mejor", lo curioso es que Del no se sintió ofendido cuando Neal le dijo lo molesto que era, sino que cuando Neal le habló de lo aburridas que eran sus historias, en se momento, se le clavó un puñal, le estaban hablando de su pasado.
En ese punto "Mejor solo que mal acompañado" pone en contexto a dos personajes y cómo todo lo que fue una desgracia durante un viaje, luego serán las risas de la mesa familiar. Ahora si podemos entender el porqué del título de esta crítica encabezada por el fragmento de una canción.

Hughes entiende al viajero promedio: estresado, aburrido y apesadumbrado, y es desde ese punto de partido que crea un filme con gags muy graciosos, situaciones hilarantes y donde los dos protagonistas son un dúo cómico excelente gracias a la comicidad que inspirar, pues, como se dice, los opuestos... se atraen.

La razón por la que, este filme, no me llegó a convencer por momentos es que algunos momentos "de separación" se sintieron un poco superfluos, ya que, al fin y al cabo, podrían haberse omitido y el argumento hubiese continuado en el mismo camino. Además de que se puede notar una serie de escenas con consecuencias estrafalarias que, si bien están hechas para la risa, puede que no cuenten con mucho sustento lógico.

En definitiva: Un filme que triunfa gracias a dos protagonistas encantadores e hilarantes que llegan para dar un mensaje sobre lo estresantes que pueden ser los viajes, sobre la tolerancia y sobre la forma en la que nos tomamos las cosas.

Calificación: 9.2/10