Avatar me apetece. Avatar me estremece, y me ilusiona, me hace volver a soñar, me regresa a cuando tenía 10 años y jugaba a mundos que no existían y nunca existirán. Me encanta por su belleza visual sin igual, por la intensidad de sus azules, verdes, morados, por la bioluminiscencia de la fauna del fantástico planeta creación de Cameron. Me encanta por que no me decepciona, por que me da lo que le pido, por que es predecible, sí, y por eso me gusta, por que a veces me gusta que me sorprendan siendo predecible... he aquí una hermosa paradoja en la que no dejo de pensar desde que la vi. Me vuelve loca la creación de los personajes, tan complejos de imagen y tan simples por dentro, cada uno con sus cositas, pero simples al fin... me gusta esa simpleza. Me emociona la, de nuevo predecible pero apetecible, historia de amor sobre la que gira. Más de mil veces pensé en que odiaba a la humanidad por creernos dueños de todo aquello que descubrimos, más de una vez, viéndola, deseé traspasar la pantalla y volverme azul, altísima y finísima y formar parte de los navi... Y eso es por que me dejé llevar, por que me abandoné a la sencillez de la historia, junto con la complejidad de la forma. Esto es como enamorarse de un hombre increíble, de esos de ojazos, tableta de chocolate, y labios de caramelo, culo respingón y sonrisa encantadora, que luego puede que no te hable cual Punset de sobre mesa, pero tu le adoras, por que es sencillo, y es predecible, pues sabes que los findes siempre te trae el desayuno a la cama... y además te pone como una moto... A lo que voy... que yo he disfrutado de ella muchas veces, cada vez que quiero olvidarme de todo... y soñar despierta la pongo, y la pondré, por que pocas veces consiguen hacerme soñar despierta.