No hay cosa que movilice más que ver sufrir a gente buena; y ésta película logra con creces dicho efecto. Creo que salvo algún espectador de derecha, todos los demás nos vimos tentados a traspasar la pantalla y regalarle al hombre nuestra bicicleta o comprarle una nueva en caso de no tener.
Por otra parte, los habitantes del Río de la Plata, al ver estas escenas de la Italia de post guerra no podemos evitar ver a nuestros padres o abuelos en alguna de las imágenes y comprender la situación que tantas veces nos contaron.