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Voto de miguelnavas:
7
Terror. Comedia. Thriller “¡No quiero morir en Canadá!”, suplica Wallace Bryton, un popular podcaster al que una serie de circunstancias ha llevado hasta la frontera de Canadá, donde vive Howard Howe, que una vez fue salvado por una morsa. Misántropo recalcitrante, Howe tendrá una forma muy poco ortodoxa de sacar a Wallace su lado más “animal”. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos conocemos al Kevin Smith de Clerks, aquella cinta que hace más de dos décadas nos demostró lo divertido que puede llegar a ser trabajar en un día libre.

La película, rodada con un presupuesto minúsculo, se convirtió rápidamente en un título de culto que elevó a su director y guionista a lo más alto del cine independiente.

En los años posteriores llegaron Persiguiendo a Amy (1997), Jay y Bob el Silencioso contraatacan (2001) o Una chica de Jersey (2004), o las sucesivas secuelas y spin-off de la ópera prima de un director que nunca consiguió recuperar el nivel de su primer trabajo.

La película se convirtió en un título de culto que elevó a su director y guionista a lo más alto del cine independiente.

Afortunadamente, Kevin Smith supo reinventarse y comenzó a experimentar con otro tipo de cine, surgiendo así títulos como Dogma (1999) o Tusk, su regreso al cine de terror después de Red State (2011).

En esta ocasión tenemos a Wallace Bryton (Justin Long), un locutor de podcast que viaja a Canadá para entrevistar a Howard Howe (Michael Parks), un anciano con una vida llena de aventuras. Pero su existencia comenzará a peligrar cuando su compañero trate de sacar su lado más animal, al convertirlo en una morsa.

Entramos así en un relato que mezcla lo mejor de The Human Centipede (Tom Six, 2009) y Misery (Rob Reiner, 1990), con un científico demente que secuetra a un joven inocente con la intención de experimentar con él y desafiar las leyes de Dios.

Pero la cabra siempre tira al monte y por eso Smith es incapaz de renunciar a su esencia y a lo largo de los 102 minutos que dura Tusk, nos encontramos con algún que otro chascarillo al más puro estilo del director de Nueva Jersey.

Tusk quizá no sea la mejor película de terror, ni lo más destacable de Kevin Smith, pero sí que es una interesante propuesta dentro de un mercado cada vez más saturado y repetitivo.

El director demuestra que todavía le queda algo de aquel joven que en 1994 sorprendió al jurado del Festival de Sundace, ofreciendo una cinta terror en la que se mezclan diálogos ágiles con humor inteligente, y todavía queda espacio para hablar sobre el amor.
miguelnavas
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