Inicio esta critica sin saber muy bien como definir esta película, o que decir de ella. Me hallo verdaderamente impotente en este sentido. En ocasiones nos encontramos con algo tan diferente, tan fantástico, que es difícil encontrar las palabras.

Recuerdo unas palabras que más o menos decían así: lo difícil no es copiar lo que otro ya ha hecho, lo difícil es asomarse al vacío y dar un paso más allá. Joseph L. Mankiewicz fue capaz de mirar al vacío a la cara, y sin miedo ver más allá de sus fronteras.

Pocos directores han conseguido sacar tanto partido a una historia y a unos actores (inmensos Laurence Olivier y Michael Caine). Su aparente sencillez no es solo una excusa para su gran libertad creativa. Y aunque parezca lo contradictorio, no creo que nadie hubiese sabido sacar tanto partido a una historia como esta.

"Creo que sinceramente se puede decir que he estado en el comienzo, el ascenso, la cima, la caída y el fin del cine sonoro." Estas palabras de Mankiewicz, se hicieron un poco más reales el día que se retiro del mundo del cine, pues nunca ha vuelto a haber un director como él.