Harto de cigarrillos, de las mil y una formas del alcohol, de mujeres bellas, de lienzos salpicados, de trazos inconcretos, de locura, de hambre, de éxito, de muerte y expresiones... Así acaba "Pollock, la vida de un creador".

Pasan los créditos, más lentos para mí de lo que deben ser en realidad. La música es prolija, pálida, monocromática, divina, armoniosa... tanto surrealismo, tanta euforia vívida debió ser cortada finalmente con estas canciones de bar, nocturnas por naturaleza.

No cabe en la cinta más que Pollock, que Jackson Pollock; hay un mundo Pollock (de cuadros, de arte, de mujeres, de alcohol) y otro mundo que está escondido en los bosques, y ese finalmente es aquel que, posicionándose delante de Pollock, no nos deja nada menos que sus obras.

Recalca profundo en las emociones, es bueno el discurso y Ed Harris es Pollock.
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