Lo que podría haber sido una película que nos hiciera ir más allá en cuanto al pensamiento sobre la muerte, se convierte en un ensimismamiento de la propia idea, original sí, pero poco elaborada. Estamos acostumbrados a que las películas nórdicas tengan su propio (lento) ritmo, pero aquí, esta cuestión pasaría a un segundo plano si el desarrollo psicológico de los personajes contuviera más emoción y más aristas. A medida que avanza hacia el final, notamos que los personajes nos provocan más indiferencia. Su gran mérito es crear ese gran escenario destinado a la gente que decide que ya no quiere seguir, por una u otra razón, con su propia vida. Su gran desacierto, probablemente, la planicie de todo lo demás.