Rodar, crear, filmar una película sin temor a mostrar, a enseñarnos todo lo físico... no tener miedo es lo que provoca miedo en las demás personas. Lo logró León Klimovsky con esta película que poco tiene que envidiar a los grandes mitos de la Hammer. Lo logró Paul Naschy actuando desde su corazón y desde sus entrañas hasta nuestro corazón y nuestras entrañas. Se podría ser crítico, pero sería injusto con una película que nos deja tantos momentos para la eternidad del cine de terror. Y no hablo de las transformaciones en hombre lobo de Naschy, no. Lo que da miedo en esta película es lo que es invisible en otras, he leído por ahí en otra crítica que esta película tiene magia. Pues sí, magia, duende, alma... ayer vi "It Follows" y podríamos decir que es una película opuesta a esta... pues tiene de todo menos alma. A "La noche de Walpurgis" le sobra alma. Miedo es imaginar que lo que está pasando en la película te puede pasar a ti, conseguir esa realidad transgresora en un país que en esos momentos no lo era -en ese sentido- tiene, si cabe, más valor aún. Difícil de igualar a nivel emocional.