Se presuponía que Jonathan Teplitzky era uno de los nuevos talentos del cine australiano. Bueno, no sé qué ha hecho antes pero "The Railway Man" es un bochornoso espectáculo que cuenta con muy poco a su favor, como la capacidad de no aburrir gracias a la acumulación de tonterías por minuto. También entre sus méritos, una Nicole Kidman que en sus escasísimos minutos se dedica a llorar muy bien, como ella sabe. ¿En contra? La lista sería muy larga, pero por decir algo, que está tan mal contada que esta historia real no hay por dónde cogerla, ni qué decir de su credibilidad.

En teoría, aquí se habla de una amistad de décadas entre un torturado y su torturador. Entre un occidental y un asiático, que en la guerra se encontraban en bandos separados. Firth interpreta el primer papel de forma estimable, pero imposible de defender del todo porque está tan, tan mal escrito, que da la risa floja. Irvine, como su versión adolescente, hace lo mismo: el chaval tiene potencial pero no tiene suerte escogiendo papeles, limitándose aquí a poner cara de bobo y a recibir torturas que son teóricamente duras, hirientes, pero que se quedan en poco más que un chiste para los que hemos visto más de dos películas en nuestra vida. ¿Recordáis "La pasión de Cristo? Pues la cosa es bastante peor. Frases sonrojantes, un romance de manual, un personaje femenino totalmente prescindible, y algún secundario que es sencillamente abismal (pobre Skarsgärd)... "Un largo viaje" es un flojísimo y torpe drama de época que se salva del bochorno absoluto porque tiene dinero para poner una correcta fotografía en movimiento. Poco más, honestamente. No perdáis el tiempo.