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Voto de Tokio ya no nos quiere:
7
Terror. Acción. Fantástico Los clientes de un bar perdido en una carretera rural tendrán que luchar para salvar sus vidas de unas criaturas voladoras que quieren devorarlos a todos.
7 de diciembre de 2008
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las autoridades cinematográficas advierten:

-Llevar chubasquero y botas katiuskas, de lo contrario una tiene un altísimo riesgo de quedar completamente empapado de casquería, sangre y otros fluidos humanos, humanoides o directamente no humanos.
-Estar dispuesto a pasar un buen rato y dejarse llevar por su ritmo “endiablado”, su humor negro como el azabache y su acidez diábolica, que compensan con creces la escasa originalidad de la historia, en la que resuenan ecos argumentales de alguna que otra joyita del mismo género a la que Feast no tiene en absoluto nada que envidiar. Va directa al grano, sin explicaciones que la lastren. A cuchillo. Sin piedad. Sin titubeos.
-Mantengáse alejada de ella a los niños, putamierdistas y a todas aquellas personas para quienes el género de terror no merece el calificativo de cine( no conseguirán pillar ninguno de los giros ni su mala leche). Sólo los verderos creyentes del género apreciarán su eficiencia y destreza.
-La inteligencia de Feast sólo es equiparable a su autoconsciencia y a su gamberro sentido del humor ( engendros que chingan entre sí o se chingan cabezas de ciervos de trofeo), que aprovecha para reirse de si misma y de los tópicos y arquetípos del género, utilizándolos pero a su vez meándose en su calaveras sanguinolentas ( El personaje de Henry Rollins no podía ser más grande).
-La esperanza de vida de Feast es altísima. Aquellos que sepan vislumbrar y disfrutar sus virtudes y su fuerza caústica y sangrienta la guardarán en su memoria a buen recaudo. Allí donde se guardan las peliculas con las que uno ha disfrutado sádicamente como un indio. Sí, ya saben, en ese cajón donde Terror y Humor se dan la mano. Junto a Braindead, los Gremlins, Evil Dead o Abierto hasta el amanacer. Justo al ladito.

Y conforma una trilogia. Qué grande.
Tokio ya no nos quiere
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