22 años después de su estreno Jurassic Park (1993) no necesita ninguna carta de presentación. No me tiembla el pulso al afirmar que es una de las mejores películas que he visto y por varios motivos.

Steven Spielberg realizó (pese a los cambios) una gran adaptación, incluso muchos lectores llegarían a afirmar que la película terminaría siendo mejor que el libro. Con una temática muy parecida a otra de sus historias (Westworld, 1973) Michael Crichton se sacó de la manga el mismo tratamiento cambiando los robots por dinosaurios.

Jurassic Park (1993) supuso una experiencia única para el espectador y un ‘antes y después’ en el terreno de los efectos especiales como nunca se había visto desde el estreno de la primera Star Wars (1977).

os dinosaurios invadieron el mundo y con él nuestros hogares.

Una aventura familiar con mucho respeto por el espectador. Personajes bien trazados e incluso más de un secundario carismático: Samuel L. Jackson como Ray Arnold, el informático de la sala de control o el fallecido Bob Peck interpretando a Robert Muldoon, experto cazador de raptores.

Muchos se empeñan en afirmar que el éxito de dicha película se debe única y exclusivamente al logro de los efectos visuales en una época dónde desconocíamos el término CGI (imágenes generadas por ordenador) y pienso que esto no es del todo acertado.
Cierto es que el film original contaba con la ventaja del efecto sorpresa con la aparición de un dinosaurio dejando atrás el famoso Stop Motion (movimiento fotograma a fotograma).

Hoy día el público está acostumbrado a los efectos generados por ordenador y ya ha visto todo tipo de monstruos, robots y criaturas.

Y es aquí cuando me hago una pregunta: Entonces, ¿Por qué cada vez que vuelvo a ver Jurassic Park (1993) sigue causándome la misma sensación?

Porque sus efectos especiales siguen siendo fascinantes y el tiempo jamás ha podido con ella, entre otras cosas debido al acertado vestuario atemporal.

Porque todos y cada uno de los actores trabajan en un estado de gracia, sumado al buen trazo de los personajes independientemente de la importancia de estos en la historia.

Porque sus set pieces de acción (el momento Rex con los niños en el coche, la estampida de los Gallimimus, Ellie intentando devolver la luz al parque o la escena de los raptores en la cocina) siguen siendo lecciones de cine en estado puro.

Porque Spielberg es uno de los pocos directores que sabe componer una película para que todos y cada uno de sus planos sean obras de arte.

Pero estamos aquí para hablar de una secuela, condición que la mayoría de veces ya juega en contra del producto y que es algo que debemos tener claro cuando vayamos a verla.

Soy de los que piensan que Lost World (1997) es muy irregular y que Jurassic Park 3 (2001) fue la versión más Disney de la saga. Así que cuando se anunció una secuela directa de la peli original la nostalgia invadió mi cuerpo mientras unos cuántos ejecutivos se frotaban las manos en Hollywood.

Bienvenidos a Jurassic World (2015)

Uno de sus mayores problemas empieza en el guión, que nunca decide si se trata de una secuela o un remake encubierto.

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